Economía: Por el momento, lo único que permanece estable es la volatilidad
De antemano, pido disculpas a mis colegas economistas, porque hace tiempo que leo pronósticos del valor del dólar –en realidad es el precio del peso– para fines de 2025 y confieso que me cuesta mucho entender el razonamiento y cálculo que subyace en esos análisis. Para poder proyectar, planificar e, incluso, asignar probabilidades de ocurrencia de algún evento futuro, hay que contar con información, contexto estable, reglas claras, mercados transparentes y, en el caso de Argentina, mucho coraje.
El contexto actual que enfrenta Argentina carece de casi todos esos elementos. Hay mucha información, pero cambia todo el tiempo porque las cuestiones políticas marcan (y cambian) la agenda. Por esa misma razón el contexto es tan volátil e inestable que impide una planificación ajustada a la realidad. Las reglas no están del todo claras y estamos en medio de un proceso en que se están cambiando, simplificando y/o eliminando.
Lo que sí nos sobra es coraje: enfrentar todos los días la odisea de saber cómo administrar nuestros ingresos, ahorros, rentabilidad del negocio, pagos a proveedores, impuestos y servicios sin saber cuánto vamos a generar en 3, 6 o 12 meses es un training que los argentinos tenemos desde hace rato.
De un tiempo a esta parte, el mercado ha venido colocando pesos a tasas reales positivas, apostando a que el dólar permanecerá planchado como desde hace meses, pero no ocultó su nerviosismo cuando algún evento cripto, o una guerra comercial entre dos superpotencias, mostró al mercado de renta fija y variable desangrándose en un panel rojo de caídas generalizadas.
El nerviosismo y las dudas dispararon las ventas hasta que llegó la tan esperada confirmación de que el acuerdo con el FMI sería inminente. Pero cuando la calma parecía volver, nos sacudió otro capítulo de la Guerra de Aranceles y volvimos a la volatilidad. Y el mercado aprovechó para preguntarse acerca de los términos y condiciones del acuerdo con el organismo internacional –sin respuestas hasta el momento de elaborar esta columna–, lo que sumó incertidumbre.
Conclusión: en este contexto local e internacional, con reglas que no terminan de definirse, con líderes disruptivos, y en contextos cambiantes es muy difícil predecir con cierto grado de certeza el futuro de nuestros ahorros, de nuestros ingresos, de nuestra moneda, etc. No podemos suponer “ceteris paribus” (como si todo lo demás permaneciera constante) porque de un tiempo a esta parte, lo único que permanece estable es la volatilidad. Stay tuned!