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Nubarrones sobre el comercio mundial

Un costado inquietante: puede haber intentos de diversos gobiernos, habida cuenta de la pérdida de actividad interna y menores ingresos, de provocar devaluaciones competitivas para tener mas posibilidades de ingresar sus productos a países emergentes. En ese caso, Argentina tiene un gran desafío por delante.

El segundo episodio de la crisis financiera, ahora con epicentro en Europa plantea severos interrogantes sobre la evolución del comercio mundial, dado el enorme peso de esa región tanto en valor como en volumen.

Los datos más actualizados de la OMC indican que la crisis financiera implicó una reducción del 12,2 % en volumen de comercio para el año 2009, con una recuperación de aproximadamente 7,0 % para el primer semestre de este año, impulsada por el comercio intra-asiático, la creciente demanda china por commodities y una vigorosa recuperación latinoamericana traccionada por la demanda doméstica –lo que aumentó fuertemente sus importaciones– balanceada por las mayores exportaciones con mejores precios hacia Asia y una leve mejora de la situación norteamericana.

En otras palabras, la reposición de stocks, la reaparición de la demanda de productos electrónicos, la fuerte mejora de los precios de los alimentos y otros commodities y los estímulos fiscales dirigidos principalmente a infraestructura, provocaron un salto favorable en la producción y comercio de bienes intermedios, de capital y de consumo, beneficiando mas que proporcionalmente a los países emergentes.

El impacto favorable hasta ahora no había sido mayor, dada la débil evolución de las economías norteamericana y europea y el peso de ambas en el PBI global – 42 %- y en las importaciones cercanas al 50 % del total mundial.

Esto requiere una explicación pues Europa tiene el 34 % del comercio mundial, que surge del peso notable del comercio intra-europeo que representa el 72 % de ese porcentaje, mientras Estados Unidos representaba el 16 % de las importaciones globales.

Como a su vez del comercio de Asia algo más del 40 % es reexportado a estos países desarrollados, todo ello dará una idea de la significación que, para la evolución del comercio mundial, puede tener una segunda onda recesiva proveniente de Europa.

El estallido de la crisis de la deuda soberana, la imperiosa necesidad de aplicar urgentes medidas de austeridad y la depreciación del euro concomitante a esta situación apuntan a reducciones sustanciales de las importaciones extrazona por encarecimiento de las mismas y menor poder de compra. Un euro débil aumentará las exportaciones, sobretodo de los países más competitivos y por ende estimulará vía la cadenas de valor la producción y el comercio intrazona.

Pero, por contraste, los Estados Unidos se verá afectado y perderá competitividad en sus exportaciones y hará más lenta su salida de la recesión, afectando también a los países emergentes.

Por otra parte, como la situación financiera ha vuelto a complicarse es muy probable que el crédito para el comercio internacional continúe restringido y con tasa de interés elevadas, como sucediera desde el segundo semestre del 2008 y todo el año 2009.

Por las características de esta segunda onda de la crisis que afecta a países europeos que sólo pueden aplicar medidas fiscales y por las dificultades políticas y sociales para su implementación, más allá de la voluntad de los gobiernos de llevarlas a cabo, todo lleva a suponer que sus consecuencias serán profundas y extensas en el tiempo y por lo tanto es previsible la persistencia de una elevada volatilidad en los mercados, afectando a bonos y acciones, pero también los precios de los commodities.

No debería descartarse, que teniendo los países desarrollados alta desocupación que no cederá en el corto plazo y dada las dificultades para implementar otros paquetes de estímulo frente a la necesidad de reducir los deficits fiscales acumulados, reaparezcan una ola de intentos proteccionistas, mientras el cerrojo sobre la Rona Doha se extiende hacia un lejano 2012.

En este contexto es previsible, que las presiones sobre China para que aprecie su tipo de cambio arrecien; paradójicamente va a haber cada vez más intentos de negociar acuerdos bilaterales sobretodo por parte europea con países emergentes, como se ha observado recientemente con el reinicio de las paralizadas con el Mercosur desde el 2004 y la que está llevando actualmente con la India.

Puede haber también intentos de diversos gobiernos, habida cuenta de la pérdida de actividad interna y menores ingresos, de provocar devaluaciones competitivas para tener mas posibilidades de ingresar sus productos a los países emergentes en crecimiento o a países superavitarios en cuenta corriente, agregando un factor más de distorsiones y disputas comerciales.

Resumiendo Es improbable que el comercio mundial vuelva a sus niveles pre-crisis 2008 y por más que el comercio entre países emergentes haya crecido, los mismos siguen dependiendo y mucho de la demanda de los países desarrollados que aún hoy son más del 62 % del comercio mundial, de los cuales sólo la UE y Estados Unidos representan las 4/5 partes.

Para países como la Argentina esta crisis europea debe seguirse con toda la atención que el caso amerita, no sólo por ser uno de nuestros principales socios comerciales, sino porque la apreciación evidente de nuestro tipo de cambio, puede tener graves consecuencias, en un mundo que corre en la dirección opuesta, buscando acrecentar su competitividad a toda costa y velocidad posible.

www.raulochoa.com.ar

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