
Barril Criollo: la última versión de cómo vestir a un santo desvistiendo a otro
Un informe de asesores económicos de la Sociedad Rural de Jesús María compara los aportes de los sectores agro y petróleo y cómo el primero es discriminado en las políticas del Estado.
Un informe elaborado por asesores económicos de la Sociedad Rural de Jesús María pone sobre la mesa y compara los aportes del agro y del sector petrolero a la economía argentina, y cómo el Estado reparte sus cargas y beneficios. El que más aporta resulta el menos reconocido.
Aunque el campo genera más divisas y puestos de trabajo, tiene mayor cantidad de impuestos y es obligado a liquidar su producción para acceder a créditos. Mientras a la industria del petróleo se le redujeron los aranceles a la exportación, al agro todo lo contrario; incluso, se habla de una pesificación de los contratos.
“Lo que todos deberíamos preguntarnos es por qué el Estado elige priorizar una industria con alta concentración y componente transnacional y no apoyar a un sector pujante, que se compone mayoritariamente de Pymes”, sostiene la Sociedad Rural de Jesús María.
Según la entidad, el agro “sufre la superposición de gravámenes entre jurisdicciones y es penalizado con regulaciones que parecieran obedecer más a caprichos políticos que a una política económica con un mínimo de rigor científico”.
Barril criollo
Mediante la publicación del Decreto 488/2020, el Gobierno nacional oficializó la existencia de un precio mínimo para el petróleo, el denominado el “barril criollo”, fijándose su valor en 45 el barril.
La medida busca preservar a las empresas petroleras, a sus empleados y a las provincias que se financian a partir de regalías y demás impuestos que colectan a partir de esta actividad, en un escenario donde el precio del petróleo se encuentra deprimido, en niveles por debajo de los 35 dólares el barril.
El costo de esta medida, para el período mayo-diciembre de 2020, se estima que podría ubicarse entre 2.221 y 1.480 millones de dólares, de acuerdo al diferencial entre la cotización del Barril Brent y los U$D 45 del Barril Criollo.
Está política dista diametralmente de la aplicada por el Gobierno nacional respecto de la producción agropecuaria y sus industrias derivadas, se advierte.
Relevancia cuantitativa
Evaluando las exportaciones de cada sector, se observa que más del 57% de las exportaciones argentinas provienen del agro, mientras que solo el 7,8% resultan del sector petrolero/petroquímico.
En materia de empleo, en el sector agropecuario 56.877 personas físicas y jurídicas emplearon a 361.421 personas, mientras que 55 firmas del sector petrolero y gas emplearon a 22.506, según datos de 2018.
Capital nacional
El informe subraya el carácter nacional del capital correspondiente al sector agropecuario, donde predominan el tamaño pequeño y mediano de las empresas.
En cambio, en el sector petrolero, tres empresas se reparten casi tres cuartas partes del negocio (YPF, Pan American Energy y Total Austral), seguidas por gigantes mundiales de la industria, como Exxon Mobil y Shell.
La explotación petrolera se concentra en nueve provincias, fundamentalmente en la región patagónica, mientras que las explotaciones agropecuarias se extienden prácticamente a lo largo de todo el país.
Contribuciones al fisco
Un diferencial clave, tomando en cuenta los principales impuestos que recaen en ambos sectores, radica en que la contribución del agro al fisco es seis veces el aporte que realiza el sector petrolero.
La altísima presión impositiva sobre el campo condena al productor a tener como socio “fifty-fifty”, en el mejor de los casos, a un Estado que no asume riesgos y encima lo penaliza con regulaciones que intentan que estos se desprendan de su única reserva de valor (su producción) para acceder a créditos que financien la actividad productiva.
Según el informe, la posible reacción del sector petrolero ante un cambio en la política que se ha seguido hasta el momento, que consistiría en supuestas menores inversiones y menor producción, podrían ser corregidas con un mayor nivel de corte de las naftas con bioetanol proveniente de maíz y caña de azúcar.