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Aprobar con un cuatro, el objetivo del Gobierno

Aprobar con un cuatro, el objetivo del Gobierno

Columna de Walter Giannoni.


Ya en los días previos al domingo pasado, desde el oficialismo se intentaba bajarle el precio al resultado electoral, consciente de que la ciudadanía le propinaría un revés histórico en casi todo el territorio nacional, como finalmente ocurrió.

Sólo la remontada final en la provincia de Buenos Aires, producto del plan “platita” pero también de la fuerte identificación de sectores populares del conurbano con el peronismo (no hay que confundir una cosa con la otra), llevó a dibujar esa insólita argumentación del “perdimos pero ganamos”.

Esa postura desconcertante implica en los hechos tratar de cambiar lo menos posible el rumbo del país, aunque las urnas hayan sido claras, tanto en el voto por los candidatos de Juntos por el Cambio como también con el agregado de otros como el de Milei y Espert, en que la gente pide menos planes y más trabajo genuino, “o sea, más capitalismo”, al decir de un consultor político.

Pero lo que se conoce hasta ahora del plan económico que el Gobierno prometió enviar al Congreso trata de evitar por todos los medios una palabra dramática para el kirchnerismo: ajuste. Aun cuando en la práctica el más grave y draconiano de los ajustes es el que realiza todos los días la inflación.

Una expresión de esto es lo sucedido esta misma semana, una vez atravesado el turno electoral con algunas jurisdicciones –como Córdoba y Caba– que salieron de inmediato a actualizar las cargas tributarias acorde con la evolución del índice de costo de vida. La famosa olla a presión tapada, aflojó una válvula. Faltan varias todavía.

Acorralado por la política, el Gobierno buscará un acuerdo con el FMI que apenas le permita superar ese límite que deja a la Argentina adentro o afuera del mundo y que resulta vital para que las empresas consigan crédito internacional. Intentará dar un examen donde se conformará con sacar un cuatro. Pasar raspando, como se decía en el colegio.

Nada de reformas estructurales en materia fiscal, tributaria o laboral, como pide casi todo el arco económico para alentar la inversión. Muy lejos de eso. La idea es ofrecer la menor cantidad retoques posibles en materia de emisión y gasto, de modo tal que pueda seguir fogoneando su espacio para 2023. Lo que nadie sabe bien es cuánto aguanta esa estrategia con esta realidad donde la única buena noticia es el repliegue momentáneo de la pandemia.

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