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Las lecciones de Alladio

Las lecciones de Alladio

Columna de Walter Giannoni.


En sus 72 años de trayectoria, Alladio no para de dar lecciones. La primera, sin dudas, ocurrió en el momento mismo de su fundación cuando a un pionero se le ocurrió en el interior profundo de Córdoba, en medio del polvaderal, ponerse a fabricar lavarropas.

La última lección ocurrió esta semana, con el anunció de su integración con una poderosa compañía mejicana del rubro electrodomésticos, lo cual por la dimensión de los cortejantes se convertirá indudablemente en una absorción lisa y llana.

Allá lejos y hace tiempo (2003) fui a Luque a realizarle una entrevista a Américo Alladio. Cuando entré a su oficina, tenía entre sus manos una pieza pequeña que observaba con dedicación. “¿Qué está estudiando?”, le pregunté con curiosidad. “Esto nos sale dos dólares, si yo pudiera fabricarlo acá creo que con 55 centavos la hago”.

En estos días donde se anunció la integración con Mabe, apareció aquella anécdota porque casi 20 años después, con 1.500 empleados y miles de lavarropas, secarropas y lavavajillas comercializados por año, el dilema de esa gran industria era el mismo que el de la pequeña piecita, quizás en otra escala, pero con iguales desafíos.

La industria nacional de bienes transables convive con la elección diaria de quedar resumida al mercado interno, para lo cual necesita de fuertes protecciones que la pongan a salvo de la competencia china o simplemente de la evolución tecnológica. Tratar de buscar la internacionalización por cuenta propia, en un mundo donde en las ligas mayores juegan sólo grandes capitales, es difícil.

Si en los negocios lo que de verdad vale es la continuidad de la empresa, la globalización es sin dudas la alternativa de mayor relevancia. “Es la decisión más difícil que hemos tomado en nuestra trayectoria empresarial”, dijeron los propios accionistas en un comunicado.

También para la industria de Córdoba será difícil mirar a Alladio en otras manos porque de algún modo implica el traspaso de un ícono que le dio forma a la rica historia del sector. Mirar el caso sin ingenuidad es importante. Como dice Luis Pagani en su libro, a partir de los 2000 el capital extranjero vino a la Argentina a comprar cuotas de mercado, no a ampliar la capacidad productiva.

Todo esto, finalmente, quizás deba llevarnos, a reflexionar sobre lo que sucede cuando un país atraviesa décadas de incertidumbre, muchas de las cuales derivan de la imposibilidad de conseguir financiamiento internacional para poder expandir las compañías.

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