Todo el que importa es sospechoso (y el que exporta también)
El comercio exterior tiene poca “prensa”. Y en estos tiempos de saturación informativa se podría agregar que también tiene pocas “redes sociales”. No existen datos pero intuyo que un número muy reducido de personas debe conocer la importancia de exportar e importar. Y un número mucho más chico aún tiene en claro lo que significa importar.
Es raro porque la mayoría de las actitudes aspiracionales dependen, justamente, de ese proceso. No es posible armar en el país un automóvil “moderno” si previamente no ingresan microchips. No se puede viajar a las playas de Brasil, si antes no entran dólares. Y aún en cosas muchísimo más trascendentales: no es posible contar con medicina de calidad si antes no entran equipos de diagnósticos o principios activos.
La prioridad, claro está, siempre pasa por la importación de insumos industriales. Esos insumos son los que alimentan la producción de las fábricas y los que, en definitiva, junto con los insumos nacionales, generan empleo. Resultan claves en la rueda virtuosa de la economía.
Pero hay que decir también que los bienes finales terminados son igualmente trascendentales para la actividad económica. Detrás de un par de zapatillas, una cocina, un celular, un televisor o un juego de palos de golf hay decenas de personas que viven y se desarrollan en un ámbito tan trascendental como el comercio, el mayor empleador del país.
Sin embargo, en Argentina atravesamos un ciclo donde todo el que importa es sospechoso y el que exporta también lo es. Para la mirada del Estado, son casi delincuentes hasta que se demuestre lo contrario. Así lo corrobora la saga de medidas adoptadas desde el inicio de la restricción externa y las sumadas en estos días.
“Dólar Mulc no puedo conseguir y si me voy al MEP se me caen las Simis y quedo afuera del mercado oficial de cambios por 90 días”, nos comentaba desesperado un productor de alimentos.
Lo que también llama la atención es la pasividad empresarial y sindical frente a la problemática. Las primeras tienen la expectativa de que algo se va a resolver con discursos desde los atriles. Ya que miran el proceso electoral en Brasil, ¿podrían imaginar la reacción de la industria de San Pablo frente a una situación similar a la que se vive en la Argentina?
Y los gremios están enfrascados en correr a la inflación, sin medir que a este paso ese será un detalle menor.