Mejora la confianza del agro, pero 66% considera que no es momento para invertir
Seis de cada 10 productores evalúa que el escenario no permite realizar desembolsos en activos fijos, según la última edición del Ag Barometer de la Universidad Austral.
Seis de cada 10 productores evalúa que el escenario no permite realizar desembolsos en activos fijos, según la última edición del Ag Barometer de la Universidad Austral.
Si bien hay una pequeña mejora en la confianza de los productores, esto se debe a las perspectivas futuras a cinco años, refleja el Índice Ag Barometer del mes de septiembre, que elabora el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
El relevamiento expresa que las condiciones presentes y las expectativas para la campaña 2022/23 presentan situaciones complejas, tanto desde el punto de vista climático como desde el punto de vista político y económico.
El pesimismo de la situación presente se vislumbra en el hecho de que el 66% de los productores piensa que no es un buen momento para invertir, ubicándose este índice muy por debajo de los números alcanzados en los meses de marzo/mayo, donde tuvieron lugar inversiones muy importantes en maquinarias y equipos.
Asimismo, un 71% no piensa invertir en los próximos 12 meses, y justifica ese comportamiento negativo en los posibles riesgos que implica la incertidumbre política y económica, la ausencia de financiamiento con altas tasas de interés y los riesgos propios del sector.
Otra justificación es también la inexistencia de proyectos atractivos, indica el informe de la Universidad Austral.
Otro factor que aporta negatividad es el clima. Existe una gran preocupación por los acontecimientos climáticos, donde se esperan pérdidas importantes en la producción de trigo (en algunos casos irreversibles) y un impacto sobre la siembra de la cosecha gruesa.
El 59% de los productores teme que se avecinen problemas climáticos severos, y opinan que deberían hacerse cambios en los planteos productivos para que estos sean acordes a dichas contingencias climáticas. La gran mayoría (68%) no piensa incrementar significativamente el área de soja a expensas de la siembra de maíz, debido a la falta de lluvias a la fecha.
A pesar de todo, el informe revela que la caída se vería compensada por un pequeño aumento en la producción de girasol.
La mejora del nuevo índice de confianza de septiembre, en relación con la medición del mes de julio, se basa, fundamentalmente, en el crecimiento de las expectativas futuras y viene traccionada principalmente por las buenas perspectivas que los entrevistados ven en el sector para los próximos cinco años.
Para los académicos, este resultado puede provenir de las expectativas vinculadas a un posible cambio de gobierno en 2023, un hecho que podría traer aparejado una serie de políticas más amigables para el sector agropecuario. En el corto plazo, no se modifican las expectativas ya que la implementación del dólar soja se vislumbra como “apenas un parche” y no como una medida estructural tendiente a corregir el tipo de cambio atrasado (más retenciones) que afecta gravemente la competitividad del sector.
Esta última edición del Ag Barometer Austral incluye un apartado sobre el dólar soja, cuyo resultado superó las expectativas del Gobierno en materia de ingreso de divisas y produjo la comercialización de alrededor de 11 millones de toneladas que permanecían en poder de los productores. La medida estuvo impulsada por la desesperante situación de reservas del Banco Central, tratándose en definitiva de ingresos que van a faltar en los próximos meses, expresa el informe.
Un tema controversial se planteó acerca de la utilización de esos ingresos por parte de los productores. En este punto, la encuesta encontró que una gran parte los fondos se aplicarían a la compra de insumos y pago de cuentas pendientes o arrendamientos. Solo un porcentaje bajo de los productores menciona la utilización de los fondos para la compra de Dólar MEP.