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Congelar a cambio de dólares, ¿no es una extorsión?

Congelar a cambio de dólares, ¿no es una extorsión?

Columna por Walter Giannoni.


Para el común de los hombres y las mujeres de la calle, por utilizar una figura sencilla, resulta ciertamente difícil entender cómo razonan y reaccionan los empresarios.

Si en todo el planeta se trata de una categoría rara, lo es más aquí, donde ser empresario, de cualquier nivel, reviste una condición casi heroica (recordemos que el heroísmo también se puede ejercer en causas positivas o de las otras). Pero entender sobre todo al empresario grande, a aquél que comanda compañías nacionales o extranjeras que cumplen una función importante en los mercados, es ciertamente complejo.

El empresario chico o Pyme es otra cosa, está indefectiblemente atado a la fuerza de la ola, va y viene, sube o baja, sin demasiadas chances de poder torcer el destino que le venga dado. En ocasiones naufraga sin piedad.

En el caso de las grandes compañías, muchas veces se repite aquello de que el empresario debe priorizar el giro a cualquier costo. No importa cuáles sean las condiciones externas que deba afrontar, ni el interlocutor que tenga al frente. Ceder para permanecer y, cuando se pueda, crecer, podría constituir un slogan para este grupo.

Es difícil entender a ese empresario también en el juego de la Democracia. Uno suponía, allá por 1983, que este sistema venía para poder hablar y actuar en libertad. Los hechos marcan que esa libertad se recorta en función de los intereses de cada uno.

Dos cuestiones recientes llevan a estas reflexiones. La primera es la insistencia desde el cristinismo duro en señalar lo que ellos consideran un fuerte crecimiento de la renta empresaria. Lo dicen y se lo creen. En especial se refieren a los productos que inciden en el costo de la canasta familiar. En la cuenta no meten lo que ocurrió con la caída de 2017 y 2018, etcétera.

La segunda, es más inconcebible todavía: Massa acaba de atar, y los empresarios lo aceptaron, la disponibilidad de divisas para pagar importaciones a que sus productos formen parte del programa de Precios Justos. No existe otra manera de ver esto como una lisa y llana extorsión.

La extorsión como una regla del Estado es un estadío muy avanzado de descomposición de las relaciones que deberían primar en plena Democracia y en un país donde en teoría priman la libertad de comercio y la propiedad privada, tal como lo indica la Constitución. Muy grave para quienes se rasgan las vestiduras hablando de institucionalidad.

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