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Marzo “terrible” para el comercio exterior de Argentina, con perspectivas inquietantes

Marzo “terrible” para el comercio exterior de Argentina, con perspectivas inquietantes

El rojo comercial alcanzó su peor guarismo desde 2018. Ello plantea hacia adelante más restricciones a las importaciones por falta de divisas.



Con exportaciones e importaciones que alcanzaron los U$S 5.723 millones y U$S 6.782 millones -respectivamente- en marzo, el saldo comercial fue deficitario en -U$S 1.059 millones (vs. un superávit de U$S 271 millones en igual mes del año pasado), el peor guarismo desde agosto 2018. Esto evidencia que “el déficit comercial es cada vez más frecuente y profundo”, indicó la consultora Abeceb.

Los valores exportados bajaron un notable 22,2% interanual en marzo, acelerándose así las caídas por quinto mes consecutivo. De esta manera, las exportaciones mostraron la caída anual en porcentaje más grande de los últimos 7 años (superando los peores valores del 2020 en plena pandemia, hay que remontarse hasta diciembre de 2015 para encontrar una caída mayor a la de marzo de este año).

Las perspectivas hacia adelante no son favorables, sobre todo para los próximos meses en un contexto que los impactos de la sequía sobre la cosecha y las exportaciones agroindustriales se profundizan. De hecho, en el último mes se volvieron a revisar a la baja las proyecciones de las exportaciones agroindustriales que caería en torno a U$S 14.000 M en relación con 2022.

En ese contexto sólo un torniquete adicional sobre las importaciones permitiría cerrar el año 2023 con un ligero superávit comercial en torno a los U$S 2.000 M /3.000 M (con riesgo a la baja); menos de la mitad del verificado en 2022 (U$S 6.923 M) y menos de un quinto de “súper” saldo comercial positivo de 2021 (U$S 14.750 M).

Si bien la merma en las importaciones energéticas en comparación a 2022 y el debilitamiento del nivel de actividad interna (el PBI caería en promedio 3% este año como piso) ayudan en principio a aliviar la presión sobre las importaciones, el atraso cambiario con una brecha en casi 100% juegan en sentido inverso constituyendo un fuerte estímulo a importar más.

Ese estímulo incluso viene creciendo en la medida que aumentan las expectativas de devaluación y con ello los incentivos a estoquearse en bienes transables, como los bienes importados.

Incentivos a importar que, en el actual contexto de represión económica y financiera, sólo pueden frenarse con un mayor endurecimiento de las restricciones a la importación que probablemente pase a extenderse para alcanzar no sólo a un universo mayor de bienes de consumo finales importados sino también a bienes de capital y hasta ciertos insumos.

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