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Solo queda esperar que pase el tiempo

Solo queda esperar que pase el tiempo

Columna por Walter Giannoni.


La economía argentina no puede hacer ya más nada por este Gobierno. La teoría económica dice que el circuito opera exactamente al revés: es la política la que debe generar confianza para que la economía funcione. Pero en la Argentina hace ya muchos años que nada es como dicen los libros. ¿Cómo puede explicarse sino el altísimo nivel de déficit fiscal con el cual el kirchnerismo pretende seguir gobernando?

La política es la que debe generar confianza pero es la economía con sus reacciones la que termina retroalimentando a la política. Lo vimos espasmódicamente en los últimos 40 años de la historia argentina. Sourrouille gozó brevemente de esa credibilidad con un plan económico bastante completo. Cavallo saboreó esas mieles durante un lapso mucho más largo. Como sea, Lavagna cristalizó un proyecto que nos dejó el último superávit gemelo que conocimos.

Aquellos resultados le permitieron a los jefes de los tres –Alfonsín, Menem y Néstor Kirchner, respectivamente– alentar proyectos políticos. El primero con el sueño del “tercer movimiento histórico”, el segundo con la “re-re” y el kirchnerismo con un poder que llega hasta estos días. Cómo terminaron es otro cantar, pero son muestras de aquella retroalimentación del circuito.

En cambio ahora no hay más nada para esperar. La sequía es un golpe de gracia a un Gobierno que desde el primer día no quiso darle a la economía la medicina que necesitaba para generar confianza. Tampoco está dispuesto a hacerlo ahora, con las elecciones a la vista. Como un barco sin velas ni motor, se quedó sin maniobra. Está a merced de las olas. Alberto intentó una solución política al problema con la designación de Massa. Su misión era evitar una crisis clásica que preservara el mandato presidencial. Pasaron 9 meses.

Con la inflación desbocada aquel riesgo vuelve a aparecer potenciado por la escasez de dólares emergente del pésimo resultado de la cosecha, dato que en agosto pasado (cuando asumió Massa) no existía. Debería buscar una nueva alternativa, quizás inclusive fuera de su estructura política. Un equipo económico de transición que con su sola presencia traiga algo de calma. Es improbable que lo haga en plena interna de un oficialismo que continúa enredado en consignas setentistas y demodé en todo el mundo.

Solo queda esperar que pase el tiempo para que se cumpla el ciclo institucional y apostar a que quien llegue actúe con mayor decisión ya no para levantar la economía, sino para evitar su debacle total. Con eso habrá cumplido.

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