Bombardeando los puentes
Columna por Walter Giannoni
La campaña rumbo a las Paso acelera y por lo que se observa hasta ahora está lejos de ser un esperable acto de convivencia política para encaminarse más bien hacia una batalla electoral sin pruritos.
El oficialismo se mostró unido en un acto realizado en la aparente puesta en marcha del gasoducto que traerá algún día el fluido de Vaca Muerta al centro del país. Esa válvula recién estará operativa, con suerte, en agosto pero sirvió para cortar cintas y reunir a Massa, Cristina y Alberto, casi un expresidente.
CFK, condenada en primera instancia en una causa judicial, consideró que el empresariado habla “boludeces” (sic) cada vez que se junta a debatir en los distintos foros que promueve a lo largo del año. Huelga abordar esa consideración en el final de un mandato que solo fogoneó la inflación y la pobreza como nunca antes en las últimas dos décadas pese a los continuos señalamientos precisamente del empresariado y el mundo económico.
Massa parece haber optado sin miramientos por la campaña del miedo. Decir en un spot que la oposición va a cerrar el Pami, no es otra cosa que tratar de infundir temor entre los votantes más débiles: jubilados y pensionados.
Otra vez, el ministro-precandidato lo hace parado en un aumento del precio de las cosas, en particular los alimentos que morigeraron un poco su marcha recién en mayo y junio ayudados por la desgracia de los productores ganaderos con la sequía. En realidad, todos los indicadores económicos (inflación, reservas, pobreza, PBI, dólar) son peores desde que Massa juró como ministro.
Pero quizás la mayor señal de que con este oficialismo no hay modo de encarar entendimiento alguno para desplegar desde 2024 algún plan de estabilización, fue la reunión y el compromiso sellado por Massa con la CGT.
La central sindical expresó su total apoyo al postulante y anunció inclusive un actos públicos de respaldo, uno el 8 de agosto, cinco días antes de las Paso.
El patético aval a un funcionario que llenó de zozobra los salarios, anula cualquier expectativa de que otro gobierno que surja en las urnas y que sea de un signo político diferente al actual, tenga chances de conversar las cosas que hay que hablar para estabilizar la economía.
Al contrario, polariza más con los candidatos de la oposición, en particular con Patricia Bullrich que ha expresado sin vueltas su rechazo a esta dirigencia sindical. Al bombardear los puentes, denota la CGT que no existe una lectura realista de la situación del país y de los problemas que habrá que afrontar en menos de un semestre.