
Los cinco requisitos de la Argentina para jugar el Mundial de la exportación
De la mano de su complejo agrobioindustrial, el país batió un récord de U$S 88.500 millones en exportaciones durante 2022. Los desafíos de un sector clave en un año de incertidumbre política, económica y meteorológica.
Por Carlos Petroli, Especial para Container.
El mapa de relaciones internacionales, las oportunidades en el mundo y cómo jugarán los negocios del campo estuvieron sobre la mesa en un foro organizado por el diario La Nación con la participación de expertos y referentes empresarios.
El consultor Marcelo Elizondo fue el primero en ofrecer su mirada y opinó que si la Argentina quiere plantearse una mejora en su inserción internacional externa, tiene en los negocios del campo a su principal motor, con un enorme potencial, pero también con grandes desafíos.
“El problema de la Argentina no está en la demanda, el mundo compra todo lo que produzcamos. Si produjéramos más, el mundo nos compraría más. Lo que tenemos que hacer es mejorar la oferta no solo en términos cualitativos sino también en términos cuantitativos. Podemos producir más”, resumió.
En su diagnóstico especificó que la industria agroproductiva es cada vez menos específicamente agropecuaria y cada vez más sistémica, no se refiere solo a los alimentos; también, de manera creciente, a la energía y a la creación de biomasa como gran impulso que el mundo puede aprovechar. El récord de 88.500 millones de dólares alcanzado por el país en 2022 estuvo impulsado por los precios internacionales, pero también por otros atributos: en los productos considerados “primarios” (PP) hay una creciente incidencia de la tecnología, sofisticación en maquinaria agrícola, en software, bigdata, en tecnología dura y tecnología blanda (mecanismos de organización). Sumando las manufacturas de origen agropecuario (MOA), donde hay un procesamiento posterior; la Argentina tiene casi dos tercios del total de sus exportaciones.
Las previsiones de la OMC dan que este año el comercio internacional vuelve a crecer 1,7% en relación con el año anterior, y el año que viene más de 3%. El el intercambio de bienes de origen agropecuario en el planeta crece incluso en un promedio mayor al conjunto de los bienes, porque hay distintos usos que se le están dando a la oferta agropecuaria; ya no solo alimentos, también energía.
Cinco grandes requisitos.
Contando el escenario y los vínculos internacionales, Elizondo dijo que pronto habrá un nuevo gobierno en el país y “prepararse para salir al mundo es mucho más que corregir algunas cositas del tipo de cambio, trabas en frontera, obstáculos administrativos”.
A renglón seguido, enumeró cinco grandes desafíos, con uno en primer lugar: recuperar instituciones. “Es muy difícil para las empresas competir en el mundo si no hay respeto de contratos, vigencia de la ley, moneda, si no tenemos el derecho de propiedad garantizado”.
Segundo: la Argentina tiene que avanzar en un orden macroeconómico. También es muy difícil prepararse fronteras adentro para competir afuera si nuestro entorno es de desorden macro y competimos contra aquellos que tienen un entorno en mejor condición.
Tercer desafío: hay que mejorar la infraestructura, en todos los planos, no sólo física, también digital. La evolución tecnológica es tan importante, donde la economía del conocimiento manifiesta cada día dimensiones enormes. Infraestructura física, infraestructura digital, privada y pública.
Cuarto requisito: el sistema regulativo. La argentina tiene que flexibilizar un sistema enormemente rígido, que traba, obstaculiza e impide el dinamismo. Si una condición hoy tiene el conjunto de negocios internacionales es que la innovación ha pasado a ser un motor de gran significación. No se puede promover la innovación si no se tiene ese conjunto de reglas, un entorno regulativo flexible, adaptable, que permita que los actores del sector privado sean los principales actores.
El último requisito, según Elizondo, es generar una arquitectura internacional, acuerdos de libre comercio que hoy son más complejos, no sólo reducción arancelaria. La OMC dice ya no free trade agreement (acuerdo de libre comercio), sino deep trade agreement (acuerdo comercial profundo), unas condiciones regulativas donde instituciones comunes están permitiendo a los países avanzar en la generación de la conjunción de distintos flujos de la globalización. Ya no hay solo comercio de bienes, también comercio de servicios, flujo de inversión extranjera directa, financiamiento productivo, y también de conocimiento o datos e información, esos flujos digitales de intangibles que acompañan los procesos productivos.
Con esto, el consultor concluye que el mundo ofrece grandes oportunidades, y grandes desafíos. La Argentina tiene probada capacidad y, seguramente, “haciendo las cosas bien” llegarán muy buenas noticias desde toda la agro producción de nuestro país.