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Se acabaron las palabras: una crisis sin retorno

Se acabaron las palabras: una crisis sin retorno

Columna por Walter Giannoni.


En los escenarios políticos, que según Maquiavelo no son otra cosa más que los medios y procedimientos por los cuales una persona llega al poder, hay un punto donde se acaban las palabras. Es un momento donde no existe más nada para decir, solamente hablan las circunstancias, los hechos y las consecuencias.

Buena parte de la opinión pública argentina se ha quedado con la idea de que recién ese punto final llegaría de producirse con un estallido social semejante al ocurrido dos décadas atrás. La imagen de la gente desesperada en las calles de las grandes ciudades reclamando por alimentos o por la devolución de sus ahorros operarían como el punto final de las palabras. Pero esta vez es diferente. No existe aquél estallido pero hay uno expuesto y claro que se traduce en dos números concretos: una inflación acumulada del 138,3% en 12 meses, con una inercia sostenida para los próximos meses, y un dato de pobreza e indigencia que expone la gravedad social del país. Y un deterioro avanzado de todo, miremos sino el caso de la salud.

Se acabaron las palabras también porque las condiciones para que la economía funcione se han deshecho por completo. Comienzan a acelerarse la falta de referencias para fijar precios por varios motivos. Uno es el salto exponencial del dólar blue cuya brecha con el oficial marca lo inevitable para el futuro. 

Otro es que la restricción al acceso de divisas para pagar importaciones corroe la sustentación de las empresas. Hay rubros donde comenzaron las suspensiones de personal y otros ya lo planifican para las próximas semanas, tomando en cuenta que al proceso político “le falta rosca” todavía para que se tomen las grandes decisiones pendientes.

El bombazo monetario del jueves para tratar de frenar al dólar blue en torno de los 1.000 pesos, es una expresión más de ese fin de las palabras. No es necesario que Milei haga desaparecer el Banco Central, esta administración actual lo acaba de reventar. La suba de la tasa el 27% en un solo día es una muestra de impotencia que tendrá una consecuencia directa en un aumento exponencial de la base monetaria.

Pero lo peor es que esa suba de la tasa es abstracta para el ahorrista que ya le perdió totalmente la confianza al Gobierno. ¿Alguien, en este momento, va a vender dólares para poner los pesos en el banco? Solamente inversores institucionales pueden hacerlo para cubrirse de la inflación pero para la enorme mayoría de los ahorristas, se acabaron las palabras.

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