Columna: Vergonzosas imágenes de un país psicopateado
Por Walter Giannoni.
Nos toca ser contemporáneos de una Argentina vergonzosa. Difícil de explicar para afuera, más difícil de entender hacia adentro. Es un derrumbe que pareciera no tener fin y que atraviesa de punta a punta las capas de la sociedad. Sin duda es la consecuencia de muchas décadas de presión sobre la psicología colectiva de un país, con episodios de la historia que destruyeron muros de contención que deberían evitar los desbordes a los que hemos llegado.
Maurice Halbwachs, un destacado psicólogo y sociólogo francés, investigador de la psicología social y autor de “La memoria colectiva”, habría podido expandir al extremo su trabajo si hubiera podido seguir el derrotero de la Argentina desde finales de la Primera Guerra hasta estos días. Lamentablemente murió en 1945 en un campo de concentración nazi.
Es difícil buscar la punta del ovillo pero en este país se bombardearon a civiles, se quemaron iglesias, se llenaron de plomo y bombas las calles, apareció una dictadura cívico-militar, hubo una guerra incomprendida contra un enemigo externo (que por poco fueron dos), decenas y reiteradas frustraciones económicas, decomiso de ahorros, falsos amaneceres políticos, latrocinio oficializado, expoliación, alianzas con países terroristas, etcétera.
Se trata de una pequeña enumeración de situaciones que sin duda deben haber calado hondo en aquello que Halbwachs sostenía: hasta en lo más íntimo del ser humano, lo colectivo se impone sobre lo individual con la fuerza del condicionamiento social.
¿Qué explica que un expresidente de la nación aparezca comprometido por violencia física contra su pareja, que la someta y la subyugue, o que utilice un espacio simbólico como es la sede del Gobierno para jolgorios íntimos? Pero también, ¿qué explica que un grupo de parlamentarios elegidos por el voto popular concurran a visitar en la cárcel y a escondidas a un grupo de asesinos y violadores condenados con pruebas por delitos de lesa humanidad y encima sostengan su inocencia? Pasa con otras cuestiones. Argentina está en el centro de la mira del Gafi por su despreocupación para combatir el lavado de dinero o la evasión, algo defendido por su propio Presidente ante empresarios de elite que lo aplaudían. O las nulas y mínimas penas judiciales a procesados por corrupción.
Se podría sumar, desde otro aspecto, ¿qué explica que un gran número de jubilados por invalidez (500.000 sobre 1.200.000, es decir, masivamente) hayan tramitado ese beneficio con subterfugios, mentiras y estudios falsos firmados por profesionales formados en las universidades del país?
Y así, las preguntas podrían continuar sin final en una Argentina rota.