
“Milei no está loco” y está jugado a su proyecto económico y político
Columna por Walter Giannoni.
A Juan Carlos de Pablo no hay que preguntarle cuánto costará el dólar a fin de año, es una pregunta que no responde. Y que no debiera intentar responder ningún economista que se precie. Pero tiene una reconocida capacidad para analizar los procesos económicos, potenciada por estos días a raíz del vínculo amistoso que desarrolló con Javier Milei, a quien los domingos por la noche los une la pasión por la ópera en la Quinta de Olivos.
En su paso por el reciente foro de los constructores cordobeses, empresarios que discurren sus días entre el apoyo al ajuste del gasto y el enojo ante la clausura de la obra pública nacional (Argentina suele colocarte en estas posiciones), dejó comentarios que resultaron más interesantes desde lo político que lo económico.
De Pablo, con su estilo entretenido, dijo sin tapujos, palabras más, palabras menos: “Milei no está loco, es su forma de ser” o “los que piensan que va a hacer marcha atrás con el tema Aerolíneas no lo conocen”. Y más: “Salvo que se muera, se suicide o lo maten, va a estar ahí hasta el 10 de diciembre de 2027”. O la siguiente: “El ‘no hay plata’ es todo un plan económico, si él llega a decir que hay un poquito de plata, al otro día tiene una fila interminable en la Casa Rosada”.
Hubo otras, algunas fueron malas noticias para los constructores (“Por ahora la conquista del equilibrio fiscal choca con la necesidad de inversiones en obras de infraestructura”, dijo), pero estas observaciones de alguien que, sin ser funcionario, todas las semanas se sienta un rato a conversar con el Presidente son para tomar nota.
No porque se trate de impresiones de trastienda sobre la vida de un presidente, sino que marcan que Milei está jugado a su modelo y sus resultados. En ese camino está empezando a “hacer política” por más que le objeten que ello implica en gran medida darle un beso de lengua al propio estilo de la casta, como pasó con el rechazo a la reforma jubilatoria y el salto de diputados opositores.
La casta se escandaliza de que Milei se vuelva casta. Inclusive el Papa lo hace, cabeza de una institución que conoce de cerca cómo moverse en los terrenos de la política tradicional, autóctona y global.
Ese Milei, alineado en un proyecto político que paga costos, es quizás más deconocido que el Milei de las ideas económicas. A muchos les quita el sueño.