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Junio, antes y después

Está cerrándose un mes clave en la economía mundial. Con el agravamiento de la crisis europea e instancias decisivas en los principales mercados.

En el agravamiento de la crisis interminable, este junio marcará un antes y un después para poder prever para bien o para mal un posible desenlace.

En este mes se define la elección griega, se reúne el G-20 en Los Cabos, Méjico, se lleva a cabo la Cumbre sobre Medio Ambiente conocida como río+20 recordatoria de la primera llevada a cabo en esa ciudad en 1992 y que diera lugar al Protocolo de Kyoto, y hacia fin de mes se producirá la reunión en Bruselas de los Jefes de Estado integrantes de la Unión Europea y como si esto fuera poco, el escaso tiempo que quedaba para resolver la crisis del euro se ha agotado en semanas, al estallar la crisis de BANKIA en España a mediados de mayo tras la intempestiva renuncia de su conocido, para nosotros, presidente esa entidad bancaria Rodríguez Rato.

En Europa todas las miradas se dirigen hacia Ángela Merkel, porque de Alemania y sus ahora escasos aliados: Finlandia, Austria y Holanda depende lograr ciertos acuerdos básicos para avanzar hacia un mayor grado de integración o preparar el acta de defunción no del euro sino de la propia Unión Europea.

Parecerá quizás brutal extraer como conclusión que la crisis de un país como Grecia y su probable salida del euro, pueda desencadenar o disparar una serie de acontecimientos que conduzcan a la destrucción de la más ambiciosa construcción colectiva entre países anteriormente enemigos y que lleva ya 60 años de poner “ladrillos sobre ladrillos” en ese camino.

La razón de esta suposición, se basa en el hecho del evidente fracaso político para superar una crisis que si bien era seria desde sus comienzos, era controlable, si se hubiera manejada en función a consensos y a la decisión de los organismos propios de la Unión; por el contrario se prefirió una especie de G2 “Merkozy” Alemania-Francia que lo único que obtuvo fue la reprobación generalizada de las sociedades afectadas, once cambios de gobiernos y la exacerbación del sentimiento nacionalista y antieuropeo.

Las medidas de ajuste exigidas por la denominada troika (BCE-FMI y G2) liderado por Alemania llevadas a extremos han puesto sobre la mesa, la inequidad de estos cuando a raíz de la crisis del BANKIA, para salvarle el gobierno español se comprometió a aportarle 23 MM de euros en forma inmediata y por otro lado había reducido gastos en educación y salud por 20 MM de la misma moneda y aumentado impuestos y sancionado una plan de blanqueo tributario, en un país con la mayor desocupación de Europa equivalente al 24 % de la PEA.

Como señalara hace poco Michael Spence premio Nobel de Economía y coordinador del Informe sobre el crecimiento sostenible: “Es correcto que la crisis que comenzara en el 2008, tiene como causas principales la sobre-expansión del sistema financiero así como la existencia de desequilibrios estructurales – países demasiado ahorradores frente a otros dispendiosos”.

Pero hay que ir mas atrás para encontrar el problema y este sería la ruptura del esquema de cambios fijos BW atados a una moneda de referencia, que si bien durante mucho tiempo siguió funcionando con tasas variables cuando reemergió China y su participación conjuntamente con otros PED pasó a ser significativa década pasada, el sistema se volvió altamente inestable unido esto al hecho de las políticas de reducidas tasas de interés que alimentara el FED de los Estados Unidos desde el 2001 en adelante (1).

Un buen diagnóstico es la clave, sólo de esa manera se podrá corregir y evitar el predecible resultado sobre la fragmentación de la Unión Europea y esto debería incluir como mínimo:

– Emitir eurobonos en reemplazo de los títulos públicos que conforman la deuda soberana de los países en dificultades con tasa fija no superior al 3 % anual, de manera tal de dar tiempo a que los gobiernos puedan iniciar planes de mejora de la competitividad y recomenzar la senda del crecimiento.

– Trasparentar los diferentes operaciones de derivados especialmente los CDS (Credit Default Swaps).

– Requisitos para todos los tipos de fondos, incluidos los hedge funds.

– Evitar el excesivo apalancamiento, aumentar los requisitos mínimos de capital.

– Fijar límites de las remuneraciones de los CEO de entidades financieras, en especial en lo relativo a los resultados de corto plazo.

– Establecer una tasa que grave los movimientos de capital y cambiarios de corto plazo que sirva para sufragar dos programas, una de creación de empleo e innovación para jóvenes en Europa y otro de desarrollo y tecnificación agropecuaria en los países de menor desarrollo de África y Asia.

De alguna manera el sistema financiero tiene que devolver a la comunidad lo que le ha sacado, que es la esperanza. No puede haber países con 30 a 50 % en jóvenes en paro por años (2).

Estas medidas darían sentido a las Cumbres de este mes de junio, irían en el camino correcto hacia plantear las indispensables reformas de este “cambio de época” que requieren respuestas globales a problemas colectivos. Si así no fuera se seguirá transitando en un mar de incertidumbres y de conflictos cada vez más agudos.

(1). Michael Spence es el autor del libro “The next convergence” “The future of economic growth in a multispeed world” – Edited by Farrar, Straus & Giroux – New York – 2011.

(2). Lo planteado es una variante a la famosa Tasa Tobin, propuesta en 1971 por James Tobin –Premio Nobel 1981- luego de la ruptura de la paridad fija del dólar y retomada su discusión luego de la crisis del 2008.

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