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Ahora, le toca a las Pymes el rol protagónico

En Argentina, hoy y después de muchos años de postergación, las pequeñas y medianas empresas son el norte de las políticas públicas, ocupando un lugar de privilegio en la agenda del Gobierno.

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Las políticas de competencia, que aplica la flamante ley de promoción a las pymes, (Ley 27.264) promueve simplificación de trámites y estimula el acceso al crédito. Alargar el plazo para el pago de IVA (trimestral), extender plazo a 5 años para cristalizar el ingreso de divisas a exportadores, eliminar la ganancia mínima presunta, o que las micro y pequeñas empresas puedan tomar como pago a cuenta de ganancias el 100% del impuesto al cheque, son medidas muy reveladoras para el sector.

Además, el gobierno nacional tiene como objetivo que el BICE sea un Banco de Desarrollo, proporcionando el acceso al primer crédito a las pymes, el INTI sería la entidad que califique los proyectos técnicamente. También crea el Consejo de Educación, Trabajo y Producción, con la finalidad de una combinación de las estrategias nacionales, para impulsar sectores, y no solo empresas y así formar herramientas.

La flamante Agencia de Inversiones y Comercio Exterior, se propone mejorar sustancialmente el clima de negocios y el marco regulatorio. A los efectos de mejorar la competitividad en general se trabaja conjuntamente con otras áreas del estado, con la finalidad de incidir en los costos directos de exportaciones y así promover inversiones.

Actualmente, los niveles de exportación son muy bajos (US$ 60.000 millones anuales promedio), por lo que hay que adecuar un mecanismo que contemple el transporte, los costos logísticos y la facilitación del comercio, más aún viendo que las importaciones pisan las mismas cifras, compuestas en su mayoría por insumos, bienes intermedios y bienes de capital.

Es menester estar preparados para este desafío, por lo cual necesariamente debemos conocer a fondo cuál es el nivel de competitividad de los distintos sectores industriales de Argentina. Podemos diferenciarlos de la siguiente manera.

Están las industrias que cuentan con competitividad integral, como el caso del agro, la ganadería y la pesca, la agroindustria, la minería y la energía. A las cuales se suman las que tienen un nivel de conocimiento tecnológico, como la biotecnología y la industria nuclear, y las que tienen un alto nivel de valor agregado. A este sector solo hay que suprimir algunas trabas y apoyarlos para su expansión internacional.

Luego aparecen las industrias que cuentan con nivel de competitividad local, ellas son el calzado, la línea blanca, electrónica y textiles, bienes de baja complejidad, aquí la estrategia deberá ser muy sensible para poder adaptarse mejor a una competencia global. Debe existir un paso de apoyo a la evolución de esa industria para mejorar su competitividad, y posteriormente ir mermando esa protección.

Y por último aparecen las de competitividad regional, ya sea la industria automotriz, siderurgia, farmacéutica, y plástico. Este sector requiere apoyo para su expansión en la región y algun resguardo especifico para que puedan ingresar algún que otro insumo pero frenando definitivamente la importación de determinados bienes terminados.

El reto que tiene Argentina por delante, sin dudas depende del grado de competitividad y productividad que consigan sus pymes, actores protagónicos de la agenda actual.

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