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Baja el consumo de carne vacuna pero el total de proteína animal es el segundo más alto del mundo

Baja el consumo de carne vacuna pero el total de proteína animal es el segundo más alto del mundo

Por Daniel Urcía, presidente de Fifra.

Mucho se habló la última semana sobre la caída del consumo de carne. Cuánto hay de cierto en esos títulos, o es una verdad relativa. Por ejemplo, si nosotros decimos que la mayor caída histórica del consumo de carne medido por décadas en Argentina fue entre 2000 y 2023, bajando de 67,98 a 50,80, una caída del 25% estaríamos en lo correcto, sustentando nuestra afirmación con los datos que lo acreditan.

Los títulos recientes, que seguramente se van a reiterar en los futuros meses para quienes siguen solo el consumo de carne vacuna tiene una explicación es sencilla: hay cambios de hábitos de consumo.

En Argentina hasta la década del 70 se consumía de manera cotidiana carne vacuna, ocasionalmente otras carnes. Luego comenzó a crecer la producción de aves y posteriormente la de carne porcina. Estas carnes se fueron incorporando paulatinamente en la dieta de los argentinos, variando la composición del consumo total de proteína de origen animal.

Actualmente el consumo total de carnes, que es el verdadero y desapasionado indicador para vincularlo a la salud y a la pobreza, es el mayor de Sudamérica y el segundo del mundo.

En 2023 cada argentino dispuso de 114,6 kilos de carnes y así superamos al consumo de Brasil (100,8 kilos por persona) y al de Uruguay (91,3) y estamos por delante de Australia (107,2), solo nos supera Estados Unidos (128,7 kilos). Todos estos datos están publicados en la web de la Secretaría de Agricultura.

En definitiva, no hay que temer por el crecimiento de las exportaciones o por la menor ingesta de carne vacuna ya que el mercado está muy bien cubierto por la sumatoria de las 3 principales carnes.

Entrando al análisis de la coyuntura, octubre nos mostró una faena alta de vacunos y porcinos, como siempre haciendo el análisis por días hábiles de actividad.

Las estadísticas indican que se faenaron 57.763 de vacunos y 32.321 de porcinos lo que su vez da cuenta de que se trató de uno de los mejores meses del año. Si sumamos la faena anual y la proyectamos, vamos a cerrar el año con un volumen superior a los 13,5 millones de vacunos y superior a los 8,2 millones de cabezas porcinas.

Esa mayor actividad, a la supuesta a inicios del año, sumado a la eliminación de las restricciones a la exportación permite a la industria frigorífica seguir adelante y soportar la recomposición y aumentos de costos (salariales, energía, combustibles, entre otros), cediendo rentabilidad, porque no hay margen de precios en el mercado doméstico ni en la exportación.

Ante esta situación es indispensable seguir en la tarea de eliminación de costos fiscales de toda índole para lograr mejorar esa competitividad, entre otras cuestiones hay que eliminar los derechos de exportación que siguen vigentes, la equiparación de la alícuota de IVA en el servicio de faena, la disminución de ingresos brutos en materia provincial y la eliminación de tasas municipales arcaicas.

Para el año próximo será difícil sostener este nivel de actividad porque sería lógico pensar que habrá un proceso de retención de hacienda tanto para agregar más kilogramos en campo (hoy la relación precio invernada-engorde nuevamente requiere de largas recrías) como también de retención de vientres, eso disminuirá la oferta e incrementará la presión de costos a nivel industrial.
La baja de inflación y el control de variables macro, lo cual es beneficioso, pone al desnudo la realidad industrial donde a quienes no sean eficientes les será muy difícil de sostenerse por lo que la acción de contralor será fundamental para evitar la competencia desleal.
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