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Comercio Exterior: ¿Aprovechará Argentina la nueva oportunidad?

Comercio Exterior: ¿Aprovechará Argentina la nueva oportunidad?

El IERAL advirtió que el país se encuentra frente a otra chance de crecer en términos de intercambio, pero plantea las dudas que dejan políticas como los cepos a dólar y las importaciones.


La Argentina es un país muy poco integrado al mundo y, con los cepos al cambio y al comercio exterior, apunta a ir en dirección contraria a la de países como Uruguay, Chile, Corea e Israel, entre otros, señala el último informe del Ieral-Fundación Mediterránea sobre el frente externo.

Bajo el título: Fuerte mejora de los términos de intercambio para la Argentina, el economista Jorge Vasconcelos se pregunta si “se aprovechará esta vez la oportunidad” que otorgan los buenos precios de las comodities.

“Entre 2011 y 2012 se había dado una oportunidad similar a la actual, tomando la magnitud de la mejora de los términos de intercambio y, sin embargo, hubo caída del PIB y un severo retroceso de la inversión, de 7,1 % anual, cepo mediante y un intento cortoplacista de derivar el plus de recursos a favor del consumo”, indica el trabajo.

La restauración de los cepos al cambio y al comercio exterior, junto con los controles de precios, obturan los mecanismos por los cuales se llegan a incentivar las inversiones, en particular sobre bienes de Capital.

El sistema de precios “es un GPS de extraordinario valor para la economía, ya que es el indicador por excelencia en la detección de abundancia o escasez de bienes y servicios, el que induce a redireccionar consumos, fomenta inversiones y dispara correcciones de política económica para facilitar esas adecuaciones”, agrega.

Por detrás de una década de estanflación, “hay un deterioro notable en la inversión y en la productividad de factores, que se evidencia cuando se compara con países de la región como Uruguay y Chile”, explica.

Para resolver estos cuellos de botella “hay que reorganizar el funcionamiento de la economía asignando al estado y al mercado los roles que han probado ser tan efectivos en países como Corea, Israel, Irlanda, Nueva Zelanda, entre otros, que incluyen una política decidida de integración al mercado mundial”.

“Así –agrega– se gana en productividad por empresas que logran escalas de producción adecuadas, la incorporación de tecnología en forma continua y la especialización que permite capturar nichos de mercado”.

La Argentina “es un país muy poco integrado al mundo y, con los cepos al cambio y al comercio exterior, apunta a ir en dirección contraria a la de países como los mencionados”, destaca.

En el seno del Mercosur, en tanto, comienzan a predominar las “fuerzas centrífugas, con Uruguay y Paraguay que lucen decididos a avanzar hacia una mayor integración al mundo”. “A su vez, Brasil (una economía tan cerrada como la Argentina, pero sin cepos) oscila frente a ese dilema. Hacia fin de marzo, ante una nueva cumbre del Mercosur, la Argentina podría verse obligada a salir de su ambigüedad en políticas de integración”, alerta.

Sin una ruptura nítida con el escenario de estanflación, entonces las variables financieras “comienzan a alimentar un verdadero ‘círculo vicioso’. Mientras menos productivo es un país, más devaluada resulta su moneda, y esto lleva a la persistencia de altísimos índices de pobreza”.

Pese a que, tras la reestructuración de 2020, el stock de deuda pública en moneda extranjera en manos del sector privado equivale a sólo el 25 % del PIB, el riesgo país supera los 1500 puntos. “La falta de crecimiento puede llevar a la insolvencia, parece ser el mensaje del mercado”, concluye la síntesis del trabajo.

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