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Creatividad personal: un factor diferencial en las organizaciones

En muchas empresas se ha empezado a dar importancia al valor del proceso creativo y al valor de las ideas para convertirlas en resultados útiles para el mercado.

Cuánto se ha hablado a cerca del capital o el patrimonio de una empresa en términos contables o financieros, que definen de algún modo su posicionamiento en el mercado empresarial. Podemos contar infinidad de bibliografía específica que nos comenta a cerca del valor de una empresa según sea el patrimonio neto que arroje su saldo.

Sin embargo, existen en las organizaciones otros activos intangibles que conforman gran parte de su patrimonio, como son las marcas, las patentes, la investigación y el desarrollo, etc. Entre ellos, se vislumbra un factor que marca la verdadera ventaja entre las empresas: El capital intelectual.

En este sentido, las personas ponen de manifiesto su capacidad creativa y de innovación al servicio de las organizaciones, logrando que éstas ocupen posiciones de privilegio en el mercado en un momento determinado.

El capital intelectual es entendido como la capacidad que tienen las personas de generar acciones e ideas creativas en las organizaciones, tendientes a brindar soluciones y generar aportes innovadores. Esta amalgama que se produce entre el capital humano y el capital intelectual, son la fórmula que le permiten a las empresas posicionarse en el mercado y marcar la diferencia.

En muchas empresas, que promueven la creatividad de las personas, se ha empezado a dar importancia al valor del proceso creativo y al valor de las ideas para convertirlas en resultados útiles para el mercado, el desarrollo de estrategias, la calidad o la productividad.

Todas las personas tenemos la capacidad de hacer uso de nuestra creatividad y más aún en un ambiente tan dinámico y amenazante como el que vivimos en los negocios. Por ello, es más que recomendable fomentar y cultivar los procesos creativos e innovadores en todos los niveles de la organización.

Sin embargo, no todas las ideas creativas pueden ponerse en práctica, ya que puede ocurrir que carezcan de cierto sustento o viabilidad. No se trata de arrojar comentarios al aire, por el solo hecho de generar algún aporte; sino de inspirarse y dejar madurar las ideas a través de un arduo trabajo de genialidad.

Las organizaciones pueden influir positivamente en el desarrollo de ideas de sus colaboradores, si cuentan con estructuras descentralizadas que faciliten la flexibilidad y la adaptación a esos aportes.

Del mismo modo, la comunicación fluida y permanente entre todos los sectores de las empresas ayuda a romper con las barreras que impiden la interacción con los diferentes grupos participantes en el desarrollo de las ideas creativas.

Estimular al personal a generar iniciativas novedosos y asignarle los recursos necesarios para ello, es la clave en muchos de los casos, de retención y fidelización del personal.

Es favorable irradiar el fomento de la creatividad entre las personas, ya que ayuda a la integración de los equipos de trabajo, generando así una atmófera saludable basada en la continua participación y promoviendo activamente la capacitación para mantener actualizados sus intereses creativos.

Todas éstas técnicas y métodos para fomentar la creatividad en los miembros de la organización deben darse a conocer de modo explícito e implícito a través de la libertad y la diversidad de opiniones en un marco de mutuo respecto y profesionalismo.

La creatividad se transforma en un bien preciado cuando dentro de las organizaciones nos encontramos trabajando con escasos recursos. Tanto la creatividad como la innovación son entendidos como procesos que nos permiten visualizar una solución de un modo original o asociativo de ideas.

Así es que, las organizaciones que promueven activamente el desarrollo de sus miembros a través de su capacidad creativa, están aumentando su capital intelectual, superando así su propia marca y desarrollando parte del potencial que les permite sobrevivir en el mercado.

Actualmente, el verdadero valor de las empresas se encuentra en sus activos intangibles como el capital intelectual de sus recursos humanos; de allí la importancia de potenciarlos cada vez más, logrando resaltar y gestionar mejor las habilidades de cada persona, reubicándolos y observando las capacidades de cada profesional.

No olvidemos que, más allá de los balances contables o de los análisis financieros, los activos humanos y con ellos su Capital Intelectual, son el referéndum más competitivo que poseen las organizaciones que, permitiéndoles ubicarlas en una situación ventajosa frente a sus competidores, logran la preferencia de los clientes y de los consumidores.

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