
Dólar y cepo: Todo el país a la espera de mañana lunes
La semana que terminó dejó un tendal de incertidumbres. Hubo temblores en los mercados, un paro nacional con escasa convocatoria, inflación más alta de lo esperado y un Gobierno que, tras anunciar un supuesto éxito económico, ahora parece querer despegarse del relato.
La situación es más compleja de lo que los slogans pueden reflejar. A seis meses de las elecciones legislativas, cada decisión carga con consecuencias políticas difíciles de digerir.
Un dato llamativo: Javier Milei culpó al exministro Guzmán por la pérdida de reservas durante la reciente negociación con el FMI. Fue Guzmán quien en 2022 impuso que cualquier acuerdo con el Fondo debía pasar por el Congreso. Con un oficialismo sin mayoría y una oposición fragmentada, las aprobaciones legislativas eran —y seguirán siendo— una carrera de obstáculos. A eso se suma el estilo confrontativo del presidente, que ha cosechado más enemigos que aliados.
Las reservas del Banco Central se escurrieron esta semana a un ritmo alarmante. La economía, con niveles de producción deprimidos, no genera los dólares que necesita. En ese contexto, Donald Trump —fiel a su alianza ideológica con Milei— intercedió ante el FMI, que finalmente liberará los primeros desembolsos desde el martes. El objetivo es contener el dólar dentro de la banda de flotación.
Habrá una devaluación. No se sabe aún de qué magnitud. No se trata de la típica movida para licuar el gasto: el Gobierno muestra superávit, aunque con métodos discutidos. El tipo de cambio oficial, que se prometía inamovible, quedó atrás. Todo indica que el mercado se adelantó.
Si el dólar arranca en $1.200, el impacto será menor al que tendría si se acerca al techo de la banda ($1.400). La mayoría de los actores económicos —especialmente los empresarios— ya descontaban este escenario.
Con matices, el momento recuerda al arranque de la gestión de Néstor Kirchner: dólar alto, equilibrio fiscal y expectativas de crecimiento. Pero hay una gran diferencia, la preocupación social. La paciencia de la gente, que como se vio en el paro necesita trabajar para vivir, la razón principal por la que eludió perder los ingresos de un día de huelga, tiene un límite.
El ajuste fue intenso, pese a la leve recuperación de los salarios. Ahora se verá si los bolsillos aguantan esta nueva etapa. Y si quienes hoy esperan con angustia el lunes, en seis meses decidirán castigar o respaldar con su voto.