El cambalache kirchnerista
Por Walter Giannoni.
El cambalache kirchnerista y el cambalache opositor tienen una enorme diferencia, aunque los dos sean cambalaches.
El primero incide fuerte en la vida de los argentinos, sencillamente porque del oficialismo dependen los resortes del Estado. Las mayores “cajas” y decisiones que inciden sobre la vida de las personas están en sus manos.
La oposición –JxC–, tiene por ahora una incidencia menor en ese plano. Apenas puede aprobar o vetar aspectos parlamentarios como el Presupuesto que, con la inflación al galope, ya todos sabemos de la escasa sobrevida en esos cálculos. Sí está latente la expectativa por su eventual acceso al poder, pero para eso falta bastante y es difícil achacarle que ante esa posibilidad busque posicionamientos internos.
En cambio en el kirchnerismo la situación es diferente: gobiernan hoy. La Cámpora, conduce los hilos en los ministerios más poderosos. Funcionarios de ese origen están en Economía, Desarrollo Social, Agricultura, Transporte o, nada más y nada menos, que el Pami, Anses, YPF y Aerolíneas.
Ese espacio inició en estos días un combate abierto con la CGT y el Movimiento Evita, uno de los resortes esenciales de la política social del Gobierno de AF. El motivo son los cargos de cara al armado de listas para la próxima campaña.
Unos y otros amagan con subir la presión en las calles, con argumentos que en definitiva liman al Gobierno porque están basados en la inoperancia para domar la inflación.
Otra parte del Gobierno intenta disimular achacándole la culpa del crecimiento de los precios a la actitud, dicen ellos, especulativa de las empresas. No es un descubrimiento que en los procesos de este tipo siempre hay “pillos”. El caso del sistemático crecimiento de los precios de la indumentaria, hoy mayoritariamente producida en el país, así lo demuestra. Pero a la inflación la fogonea la emisión, seguir discutiendo sobre eso es perder el tiempo.
Mientras se lanza ese “globo” para trasladar responsabilidades, la economía argentina está prácticamente clausurada en su inserción internacional, por otro cambalache: el de las decisiones funcionales, como el nuevo cepo al dólar y a las importaciones.
Todo, en definitiva, apunta a lo mismo, tratar de estirar para llegar. Aunque a esta altura ya se trate de un juego peligroso y alocado que pone el precipicio a pocos metros de distancia.