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El equilibrista

Vino a mi mente un viejo cuento pleno de sapiencia que relata el diálogo entre un filósofo de la antigüedad y su discípulo:

  1. Maestro, ¿qué es lo más curioso de los seres humanos?,  preguntó el discípulo.
  2. El maestro reveló: Siempre viven en el contraste y faltos de armonía y moderación.
  3. ¿Puedes darme ejemplos?, inquirió el joven.
  4. Si, por ejemplo se tiene apuro por crecer y luego se añora la infancia y juventud que ya no regresan, pierden la salud para ganar dinero y después pierden el dinero para tratar de recuperar la salud; se ansía el futuro y se descuida el presente; viven como si nunca fueran a morir y finalmente mueren como si nunca hubieran vivido, respondió el diestro pensador.

Es común escuchar o leer cuentos, historias y reflexiones con un gran contenido de sabiduría, pero en línea con los ejemplos del virtuoso filósofo vivimos tan aprisa que ni siquiera nos detenemos a pensar sobre el real contenido y las enseñanzas que nos legan.

Mi primer pensamiento me lleva directamente y me conecta con un estado, con una virtud: el equilibrio.

Entre las múltiples acepciones de la palabra equilibrio que nos brinda la Real Academia Española podemos citar armonía, ecuanimidad, mesura y sensatez en los actos y juicios.

¿Vivimos de manera armónica, ecuánime y sensata o el equilibrio es uno de nuestros mayores desafíos?

El equilibrio es difícil pero no imposible, son múltiples las áreas que requieren de nuestra atención: la familia y nuestras aspiraciones personales, el trabajo y el esparcimiento, el esfuerzo y el descanso, y así podemos seguir citando situaciones donde es necesario administrar la proporción.

El trabajo y el dinero inciden directamente en nuestra vida moderna, pero no olvidemos que son el medio para vivir mejor y no un fin en sí mismos, por otro lado brindar lo mejor de nosotros para nosotros mismos y nuestras familias es esencial, pero a su vez el dinero nos permite progresar y este progreso genera el desarrollo y el bienestar de las personas y sus entornos familiares.

Concluyo que debemos ser equilibristas, y como si camináramos sobre una cuerda suspendida y sin red de protección debemos avanzar hacia la meta, con armonía, distribución de energía, prestando atención cuando nos estamos inclinando demasiado hacia un lado, recomponiendo el equilibrio contrapesando con atención hacia el otro y así sucesivamente.

La tentación de pensar que es muy difícil es muy grande, pero eso no debe frenar el deseo de poder lograr el ansiado equilibrio.

¿Es usted equilibrado?…Tratemos al menos de ser equilibristas.

Rubén Filippa, gerente de Compras y logística de ZF Sachs Argentina S.A.

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