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El Presidente (y nosotros) en el filo de la navaja

El Presidente (y nosotros) en el filo de la navaja

Columna por Walter Giannoni.


Los datos que llegan de la economía son espeluznantes. Solo la baja circunstancial de la inflación durante enero puede tomarse como un elemento alentador en un contexto de gravedad expuesta. Bajó cinco puntos respecto de diciembre y, según las mediciones de las primeras dos semanas, febrero alcanzaría el 18%.

Para seguir por ese sendero que según Milei evitaría la hiperinflación, el único remedio que aparece en el vademécum de la economía pasa por enfriar el nivel de actividad. Ello se viene produciendo a un ritmo que asombra aún a los economistas más ortodoxos y desespera al empresariado, al emprendedor y cualquiera que tenga que facturar para vivir. ¿Cuánto plafón le queda al presidente libertario para seguir suministrando este tónico? Es la pregunta del millón. En su respuesta, la mitad es economía y la otra mitad es política.

Un dato en esa línea: la inflación de enero fue 7,2 puntos más alta que la de noviembre, cuando todavía regía la parafernalia de restricciones sobre los precios y todo era una caldera a presión. Es decir, con una devaluación del 122% y los precios volando sin descanso, el traslado estuvo de alguna manera contenido.

Todo el mundo que goce de cierta honestidad intelectual sabe que Milei no es el responsable directo de este ajuste brutal. A la factura hay que girarla a los que estuvieron en los años precedentes y desataron un festival no de rock sino de gasto público y latrocinio.

Pero el conjunto de este proceso, más allá de las responsabilidades de origen, ha dejado un deterioro sin precedentes en las familias con ingresos fijos y en la clase pasiva. Ese es un elemento objetivo y real, concreto.

La canasta básica total quedó en $600.000 en el mes de enero, ello implica que la enorme mayoría de las plantas de personal de las empresas están por debajo de la línea de pobreza. Ni qué hablar de los jubilados y pensionados con la mínima, ni siquiera llegan a la condición de indigencia que establece esa línea en $285.661).

Y ahí aparece un problema para el cual Milei ha hecho muy pocos esfuerzos en tratar de superar. Bajo los argumentos morales conocidos, evitó cualquier intento de concertación política o sectorial y prefiere confrontar abiertamente. Camina sobre el filo de la navaja a la espera de que la sociedad comprenda y convalide su estrategia. “La vea”. El tema es que sin cubrir las necesidades mínimas, por más buena voluntad que se tenga, todo es un reloj en tiempo de descuento.

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