El rol que tiene una actividad denostada
En tiempos en los que la guerra cultural está tan de moda, un argumento justifica una nueva batalla: la razón de ser de las exportaciones es simplemente generar las divisas necesarias para importar lo que el país no tiene y necesita para modernizarse, ser más eficiente, escalar la producción, generar empleo, exportar mucho más y así seguir creciendo.
Esta “razón de ser” de las dos vías de los negocios internacionales quedó totalmente desnaturalizada cuando, desde 2007, se intentó crear en la Argentina un modelo económico a partir de una situación transitoria que el Gobierno creyó permanente.
“El Gobierno usó las oportunidades de la globalización al revés y trató de extender el crecimiento a tasas chinas con políticas que ya no eran sustentables”, reflexionó el periodista Néstor Scibona, durante la presentación del libro Importaciones y PBI en la Argentina, una obra de investigación de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) para la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), recientemente presentado en la Feria del Libro por Guillermo Oliveto, decano de la UTN Buenos Aires; Diego Pérez Santisteban, presidente de la CIRA; el diputado Federico Sturzenegger, y la senadora Laura Montero.
Sturzenegger, uno de los expositores del panel, trazó una relación entre el empleo y las importaciones, desmitificando la idea de que las compras externas desplazan el trabajo argentino, aún en las importaciones de bienes de consumo: “También generan empleo”, dijo.
“La idea -explicó- de que si permitís una importación tenés un problema de empleo es intuitiva. Si fuera cierto, los países que importan mucho tendrían terribles problemas de empleo. Pero Hong Kong importa el 150% de su PBI: si esa idea tuviera sustento, todo Hong Kong estaría desempleado. No hay relación directa entre el nivel de importaciones y el nivel de desempleo”, explicó.
Para Sturzenegger, tampoco es que exista una relación clara entre importaciones y desempleo en la Argentina. Pero en los años con mayor relación de importaciones como proporción del PBI no son necesariamente los de mayor desempleo, sino todo lo contrario. “Cuando uno importa, se crea un empleo”, afirmó.
Por otra parte, indicó que cuando la importación es alta, el tipo de cambio se ajusta, y las exportaciones crecen por la misma razón: “La demanda de divisas para importación genera indirectamente un tipo de cambio más competitivo para la exportación, y así se crea empleo”, indicó el diputado, tras agregar: “Los países que importan mucho, exportan mucho también”.
El atraso cambiario que sufrió la Argentina en los últimos años se tradujo en una destrucción de las exportaciones en el interior. “El empleo se estancó desde 2007, cuando el corralito de Moreno (Guillermo, ex secretario de Comercio Interior) ancló el tipo de cambio”, explicó.
Así, la integración de la economía a partir de las importaciones genera un precio que hace rentables las exportaciones.
DEL AÑO 0 AL 2000
Sturzenegger recurrió a una imagen bien gráfica para demostrar por qué es tan importante una Argentina integrada al mundo.
“En el año 0, los ingresos promedio del mundo medidos en poder de paridad de compra equivalían a 850 dólares actuales. En 1800, aumentaron a 1200 dólares. En esos 1800 años, la gente nació y murió en un mundo exactamente igual, con ingresos que aumentaron apenas un 50%. En 2000 -200 años más tarde- el ingreso se multiplicó por 10: llegó a US$ 11.000. El mundo está en un proceso de aceleración diario y la mayor parte de ese crecimiento se dio en los últimos 50 años. Y tenemos que lograr que el país se suba a esa ola.”
La economista Laura Montero, ex ministra de Economía de Mendoza y actual senadora, se refirió a la imposibilidad de “establecer una variable de crecimiento continuo, desarrollo e integración por la fuertísima volatilidad de las variables económicas y, fundamentalmente, de los procesos institucionales”. Lapidaria, Montero sentenció: “Los ideologismos desmesurados nos llevan a catástrofes prácticas”.
Santisteban, anticipó que el próximo trabajo que encararán será relacionar importaciones y exportaciones con el empleo: “Más de un político se va a caer de espaldas al ver el fenomenal aporte del comercio exterior al empleo”, pronosticó.
Sucede que los números que menos difusión tienen en la jerga oficial son los que establecen que el 95% del complejo agropecuario, el 70% de la industria y el 75% de la infraestructura pública y privada utilizan al menos un insumo importado. “El impacto en el empleo directo e indirecto es impactante, quizá más de dos millones de trabajadores”.
Santisteban contó que la iniciativa arrancó en 2012 porque en febrero de ese año, “por primera vez un gobierno generaba un esquema de administración y permisos sobre el ciento por ciento de las importaciones, algo que nunca había ocurrido en la Argentina”.
La importación es el primer proveedor de la industria, el agro, la minería y el petróleo “y quisimos dejarlo en claro, porque había una política en marcha que estaba desnaturalizando una actividad”, indicó.
Santisteban recordó que en la Argentina, se promovió un modelo de sustitución de importaciones, impulsado por el ideario de la Cepal de Raúl Prebisch, que se ajustaba perfectamente a una época económica global determinada. Pero en el país se perpetuó hasta prácticamente la actualidad.
“Lo que creímos como un hecho económico, en 2012, con la fuerte presencia de Guillermo Moreno y la limitación de las importaciones, se transformó en una cultura en muchos casos hipócrita: cualquier argentino camina por la calle con un artículo importado encima, pero si le preguntan, seguro que dice que hay que tener cuidado con las importaciones porque afectan el trabajo”, sintetizó Santisteban, tras completar: “Por este hecho cultural, ningún político habla bien de las importaciones porque es piantavotos. Por eso el libro”.
El directivo planteó la necesidad de ser honestos con el rol que cada actividad tiene en una comunidad organizada. “Las importaciones existen porque es necesario proveer a los países de lo que no tienen y para mostrar a los productores locales cómo se hacen afuera determinadas cosas para que los emprendedores e inversores sigan ese camino para generar más crecimiento y empleo”.
Para el dirigente, cada actividad tiene un rol. Y la Argentina, en ese sentido, necesita sincerarse y asumir que el rol de las importaciones es ser proveedores del desarrollo industrial, agrícola, de la infraestructura de servicios, y hasta de los bienes que se quieren tener “en la libertad que todo país democrático debe garantizar”.
En cambio, hace dos años este rol fue tergiversado, y las importaciones y exportaciones pasaron a ser “generadores de recursos” para sostener el 47% del gasto público. “El comercio exterior cumple un rol en cuanto contribuyente fiscal y factor para el mantenimiento de precios”, destacó.
ARGUMENTOS
Por su parte, Gabriel Molteni, economista jefe de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), sostiene respecto del argumento de los defensores de medidas proteccionistas (“que las importaciones destruyen puestos de trabajos locales, al competir con la producción nacional”), que “olvidan que buena parte de los productos que se importan no tienen un sustituto local adecuado y que muchas actividades económicas locales dependen de éstos. Diversos procesos industriales utilizan como insumos bienes importados, por lo que el no acceso a los mismos puede hacer peligrar su actividad y los empleos generados”, destaca.
“Existe abundante evidencia empírica de que los aumentos de las importaciones no llevan a una retracción de la producción local y los niveles de empleo, sino que se da en simultáneo con una mejora de los mismos”, destaca Molteni.
Entonces, ¿existe una relación directa entre las importaciones y el empleo, o desempleo? “Depende de las circunstancias y del marco en el que se den las restricciones, es decir, si éstas son parte de un plan o no”, reflexionó Mauricio Claverí, coordinador de Comercio Exterior en abeceb.com.
“Todos los países industrializados, sobre todo Estados Unidos, son fuertemente proteccionistas, pero con una política industrial consistente detrás y un marco estable que genera condiciones para invertir, dotar de tecnología y competitividad a la industria, y así generar empleo y desarrollo”, sintetizó.
El problema sigue siendo el uso que se le da en la Argentina a la restricción de las importaciones: se dice que el fin es proteger ciertos sectores, pero se la usa para equilibrar los grandes desequilibrios macroeconómicos. Así, se frena toda la importación y se la utiliza como pantalla, y no necesariamente porque haya un interés por la industria detrás, a menos que pueda considerarse como política industrial eliminar la competencia externa.
“En una economía con crecimiento sostenido hay una relación gruesa con las importaciones, que seguro son altas, y con el empleo, que probablemente sea alto también”, indicó.
Para finalizar, Santisteban recordó: “Días atrás se anunció que el primer trimestre pasado arrojó el superávit más bajo de los últimos 14 años, después de 10 años de una década en la que se ganó mucho, pero en la que se retrocedió en términos de comercio exterior”.
Fuente: La Nación