Empresas públicas y estabilidad económica, enemigos íntimos
Columna por Walter Giannoni.
La grave crisis en la actividad aerocomercial, vuelve a poner en el tapete aspectos de las llamadas “reformas estructurales”. En cada crisis económica del país reaparece la situación de empresas públicas deficitarias, sindicalistas extorsivos, negociados de distinto tenor, donde inclusive participan empresarios.
Privatizar, cerrar o abrir –hubo varios casos de aperturas en las últimas dos décadas– compañías estatales ha estado invariablemente teñido del color ideológico del gobierno de turno. Pocas veces esas decisiones pasaron por el análisis correcto vinculado con la viabilidad económica y la necesidad de la actividad en cuestión. Y en esa viabilidad talla fuerte la situación de la economía en general. Un ejemplo concreto de ello son las rutas concesionadas con peajes, tanto en el país como también en Córdoba. La RAC, vale recordar, fue diseñada en el marco de un modelo económico de estabilidad. Aquellos números se hicieron con un peaje de 1,8 dólar, uno a uno.
Al cabo de los años, con la Convertibilidad desactivada, la ecuación ya no sirvió más y de a poco los privados se fueron yendo hasta pasar a la actual situación de ser un servicio prestado por una empresa del sector público provincial. Ningún privado se va de un lugar que le conviene, está claro.
En este caso –la RAC–, el Estado tuvo un rol proactivo donde se vio una expansión de la prestación, una estructura operativa pocas veces cuestionada inclusive por la oposición y un costo para el usuario más o menos adecuado, según las circunstancias. Hoy, por ejemplo, es relativamente caro.
Pero en empresas públicas nacionales, a partir del contexto de inestabilidad económica vivido desde 2011, todos los números son laxos, enmarañados en decisiones controvertidas, y operados como botines de guerra.
Lo mismo ocurre con las estructuras de funcionamiento. Es conocido el exceso de empleados por avión que presenta Aerolíneas comparado con otras empresas colegas líderes en la región. La inestabilidad económica, la inflación, todo lo tapa y carga sus déficits en la cuenta de los contribuyentes.
¿Es momento de avanzar en reformas estructurales como una privatización o un cierre? La respuesta a esa pregunta debería partir de otra: ¿Aerolíneas, o Intercargo, o cualquier estatal, podrán funcionar con eficiencia en un contexto de inflación planchada?
El sector privado, las empresas, inclusive los emprendedores, ya vienen tomando nota de que de aquí en más la clave para sobrevivir será un intenso trabajo en los costos y la eficiencia. ¿Por qué no le puede pasar lo mismo a lo que está bajo la órbita del Estado?