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La industria argentina frente al rumbo

La industria argentina frente al rumbo

Columna por Walter Giannoni.


Creer que Teddy Karagozian es la industria argentina, representa un recorte inexacto de la realidad. No hay, en los hechos, un sector que exprese a toda la industria que produce bienes en el país. Karagozian resulta, en todo caso, una parte de ella, frente a otras actividades poderosas en la generación de empleo, valor y divisas.

Su remoción del consejo asesor del gobierno, actividad por la cual no recibía ninguna clase de honorarios, implica eso y punto. Es de alcance limitado. Se circunscribe a él, ni siquiera a la industria textil en su conjunto. En el mismo rubro lo aplauden y lo cuestionan.

La generalización en la industria es un pecado habitual en quienes no la conocen. De hecho, en la Unión Industrial Argentina –y en la de Córdoba también– hay empresas, sectores y regiones, todos con sus realidades e intereses. Que la recesión afecta a la industria, no hay duda. Y que hay conciencia de que primero hay que bajar la fiebre, también. 

Algunas entidades hablan inclusive del “cierre de las Pyme”, no es de ahora, es desde siempre. ¿Cuáles son? Para entrar en la categoría más baja de las MiPyme (servicios) hay que facturar como mínimo $94 millones al año, en Comercio es de $600 millones. No es menos dramático,  pero cuándo cierra una mercería, ¿cierra una Pyme o cae un autoempleo en un país que no ha sabido generar en cantidad empleos de calidad?

También está la vieja división entre las industrias abocadas netamente al mercado interno  y aquellas que se sienten cómodas interactuando con sus productos en el mundo. Fue el origen del MIN y el MIA, las dos famosas corrientes internas de la UIA que se alternan en la presidencia de esa entidad.

Los propios industriales, entre ellos mismos, no han podido saldar hasta el momento una de las discusiones más viejas de la historia del país: si hay o no que abrirse al mundo. Parece una pregunta cavernícola en tiempos donde las cadenas de valor son cada vez más internacionales, pero increíblemente no está resuelta. 

Hay industriales que siguen pidiendo cierre y protección, y otros que a riesgo e inversión buscan meter algún producto afuera para equilibrar la balanza. En Córdoba la integración internacional es casi un dogma, por ello mantienen el apoyo a la dirección del modelo, aunque sientan la incomodidad de una piedra en el zapato.

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