La suba del dólar blue, esa señal que nadie quiere
Columna por Walter Giannoni.
Pasó una semana donde el dólar volvió a situarse en la mira de los analistas, con variadas miradas y, por el momento, limitada preocupación acerca de su evolución futura. Pero, ya se sabe, en la Argentina el dólar paralelo no es solo un dato económico, desde hace ya varios años se posiciona en el corazón de las expectativas políticas.
El “blue” se despertó y aumentó $ 160 en siete días y eso, para cualquier persona que haya atravesado las crisis que el país vivió en las últimas décadas ya es suficiente para iniciar una tarea de seguimiento cotidiano, tenga o no tenga la posibilidad de comprar dólares.
Entre los economistas existe cierto consenso de que al retraso en el precio del paralelo (“una mercadería más, como la yerba”, suele decir un conocido operador de la plaza cordobesa), se suma la lentitud en la liquidación de divisas de los exportadores agropecuarios y el correlato de haber producido tres bajas de tasas de interés, alentado el Gobierno por la caía de la inflación.
Pero también despierta conjeturas el hecho de que más allá de las clases magistrales o las entrevistas televisivas, el Gobierno no consigue dar pasos firmes en el Congreso para la aprobación de la llamada Ley Bases. ¿Es realmente importante la Ley Bases? No para el corto plazo, sí para el futuro y muy relevante para la confianza.
En el mundo empresarial se dice que Milei les conquistó los corazones porque sus acciones van en la dirección correcta, es decir, achicamiento del gasto público y de la influencia del Estado en las decisiones cotidianas de las empresas. Sin embargo, más allá de los aplausos y palmadas en la espalda, muy pocos, para no decir casi nadie, mete la mano en el bolsillo para realizar una inversión significativa.
La llegada de inversiones resulta central para la generación futura de empleo de calidad, aunque hay que advertir que el mundo no está fácil en ese sentido.
Veamos el caso de dos gigantes latinoamericanos. En 2023, Brasil, registró un descenso del 22% en las entradas de inversión extranjera directa (IED), sin cambios en el número de proyectos de relevancia.
México, por su parte, eterno proveedor de Estados Unidos, sí registró un aumento del 21% tanto en IED como en anuncios de nuevos proyectos de inversión, reforzando su posición como principal receptor mundial.
Sin una mínima señal concreta de gobernabilidad, puede que la inversión demore mucho más de lo que Milei espera.