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Las avivadas del niño Guzmán

Las avivadas del niño Guzmán

Columna de Walter Giannoni


Martín Guzmán tiene vida propia. Puede recoger críticas y apoyos entre propios y extraños, pero se las ha arreglado para mantenerse durante dos años al frente del Ministerio de Economía, lo cual no es poco en un país que por lo general masacra sin piedad a la primera línea de funcionarios.

Cavallo, en un momento esplendoroso de su plan económico, con reformas estructurales en marcha, estuvo a punto de marcharse a los tres años. Estaban las valijas hechas cuando los coletazos del efecto Tequila lo retuvieron en lo que para él era un nuevo desafío.

Guzmán, con escasos logros a la vista y el ahondamiento de muchos de los problemas que recibió, es un malabarista probado. Se sabe, le calan más las críticas del “fuego amigo” que las que produce la oposición. Amarrado a la extensa negociación con el FMI, nadie se atrevió a tocarlo.

Hay temas donde Guzmán con sus ideas dejará rastros en lo que queda del gobierno del Frente de Todos. Van dos, a modo de ejemplo. Una es la la ley 27.612, de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública. Esa norma impulsada por Guzmán establece que el endeudamiento en moneda extranjera bajo ley extranjera, y con prórroga de jurisdicción, requerirá autorización del Congreso de la Nación.

Era innecesaria. Esto ha metido al Gobierno en el berenjenal de tener que contar con el apoyo del Instituto Patria (es decir, de Cristina y Máximo) para convalidar el acuerdo. El FMI no pide en realidad este paso, con la firma de Alberto le alcanza y sobra. En cambio el organismo sí exige el cumplimiento de las duras metas trimestrales.

Y aquí aparece nuevamente la mano de Guzmán, cuya mayor preocupación por lejos no es la deuda pública que en definitiva tiene la posibilidad de renegociar (y patear) con el acreedor sino “la bomba atómica” de las Leliqs, la deuda del Banco Central con cientos de acreedores.

La exigencia de bajar drásticamente la emisión monetaria, que tan gorda le cae a la estrategia populista del kirchnerismo duro porque le impide incentivar el gasto público (algo que Cristina ha pedido hasta por carta), más que un planteo del FMI “es una avivada del propio Guzmán para que no le estalle a él esa bomba”, interpretan quienes siguen con atención el tema.

¿Tendrá éxito en ese cometido? Argentina entra en una nueva etapa con fuertes presiones políticas internas y también externas.

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