
Llamado reflexivo al realismo y al futuro
Según datos oficiales, en los primeros siete meses del año, Chile creó 83.315 empresas, lo que representa un salto interanual del 10,2 por ciento. Son casi 400 empresas nuevas por día.
La referencia deja perplejo a cualquier argentino que conozca las dificultades en nuestro país para alcanzar igual objetivo. Pero, a poco de escarbar, es posible observar que el resultado chileno proviene de una política estratégica sostenida por varias décadas.
Marcelo Elizondo, un conocido experto de comercio exterior, dice: “Chile es una economía que genera empresas regularmente porque es muy estable, con crecimiento sostenido. Es una economía muy abierta que permite a las compañías exportar a muchos países”.
El año pasado, ese país exportó por 72 mil millones de dólares, contra 61 mil millones de Argentina. Chile tiene 60 acuerdos comerciales, nuestro país apenas 20. Y ahí está el punto: definir la dirección y las prioridades. Determinar qué sectores tienen chances y cuáles han quedado, por una causa u otra, relegados y con grandes posibilidades de desaparecer. Decirlo parece una traición, pero es un llamado al realismo y al futuro.
Meses atrás, en este espacio y no sin cierto dolor personal, nos referíamos por ejemplo a la urgente necesidad que tiene la industria automotriz de un replanteo. China fabrica 25 millones de autos, América Latina el 10 por ciento de esa cifra. Hay quienes sostienen que de 11 terminales sólo dos son viables para este tamaño de mercado interno. Una de ellas ya decidió dejar definitivamente de producir motores y cajas de cambio.
Y así, podrían enumerarse muchas otras actividades que naufragan o que nacen, como por ejemplo, en este último plano, la industria naviera, la logística ferroviaria (destruida en su momento) o la alimentaria, renovada con nuevos tratados comerciales.
Ojalá que en la próxima etapa institucional que abrirá la Argentina tengamos en claro estos criterios.
Autor: Francisco Constable, Despachante de Aduana.