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Los tiros en el pie que el Gobierno aplaude

Los tiros en el pie que el Gobierno aplaude

Con la derrota aún caliente, Alberto Fernández ratificó la continuidad de funcionarios y de políticas heterodoxas cuyas consecuencias, además de incidir sobre los argentinos, deberá pagar el propio Gobierno.


Por Walter Giannoni.


Lo habitual en los procesos políticos argentinos es que las elecciones nacionales para cargos electivos o legislativos, terminen con sus resultados por generar un ordenamiento de las políticas que se aplican.

Así fue en los ’90 con el fuerte respaldo al gobierno de Carlos Menem que ratificó el rumbo de la Convertibilidad hasta el fin de su mandato. A De la Rúa lo votaron bajo esa consigna y terminó muy mal por no abandonarla. 

También ocurrió con el kirchnerismo, sobre todo en la elección de 2011, un apoyo enorme en las urnas que configuró una economía con incrementos de subsidios de todo tipo. Ese hecho terminaría por sepultar los famosos “superávits gemelos” conseguidos durante el propio mandato de Néstor Kirchner.

Pasó, asimismo, con Macri en 2015 con un triunfo que aunque ajustado en votos, imprimió la intención de aplicar algunas modificaciones de fondo, reconfirmadas en las parlamentarias de 2017, que luego no ocurrieron porque el gasto continúo a todo vapor casi hasta el final del mandato. Pero sí se cumplió aquel propósito de una integración internacional que excediera los liderazgos latinoamericanos de ese momento, por ejemplo.

Este resultado del domingo pasado parece transitar, sin embargo, por un camino diferente. Aún con la derrota caliente, Alberto Fernández adelantó que nada cambiará por el momento y que se enviará al Congreso un plan económico “plurianual”, objetivo este que los economistas miran con lupa habida cuenta de la gran cantidad de medidas improvisadas que se materializaron a partir de la pandemia.

La economía argentina está “encepada” de punta a punta, tanto en precios regulados como en aquellos donde debería jugar la libre oferta y demanda. Pero además, su política fiscal y monetaria hacen agua y la única reacción ha sido una difusa convocatoria al diálogo apuntalada, más bien, en la intención de coparticipar las consecuencias y que en remover las causas.

De pronto el Gobierno se convirtió en planificador de un esquema económico que debería sobrevivir hasta el final de su mandato, pero además para ello requiere el aval de la oposición que se vería así compelida a ponerle la firma a medidas de un oficialismo que lo acusa de todos los males de la economía. Difícil.

Es más, algunos sectores del oficialismo evalúan como “positivas” políticas aplicadas desde la Secretaría de Comercio a partir de la gestión de Roberto Feletti porque les permitieron repuntar en la provincia de Buenos Aires, donde Juntos por el Cambio creció 6 puntos y el kirchnerismo 16 puntos respecto de las Paso.

Decisiones, como congelar precios de supermercados y medicamentos hasta el 7 de enero, generan una presión adicional sobre el mismo Gobierno cuando por la inflación deba empezar a desarmar el retraso acumulado. Como sostiene la economista Diana Mondino, se pega un tiro en su propio pie. Y ahora encima lo aplaude.

Para los mercados, tanto los que funcionan en el país como los situados en el exterior, es como si nada hubiera pasado el domingo. Argentina sigue parada en el limbo. Ganó la oposición pero el Gobierno tomó una débil nota del mensaje popular, quizás también desconcertado por cuáles son los caminos para salir del laberinto en el que él mismo se encerró con la heterodoxia.

Es más, el lunes, horas después de la derrota, la Comisión Nacional de Valores (CNV) ahondó el cepo cambiario con nuevas restricciones en las operaciones con dólar MEP. Revela, otra vez, que el Banco Central tocó fondo con la disponibilidad de divisas que, según analistas, ya transitan el andarivel del saldo negativo.

Las urnas mandaron un mensaje, pero habrá que esperar que pase el verano para ver si alguien con capacidad de decisión lo interpreta. Un juego demasiado peligroso para las urgencias de la economía y de la gente.

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