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Mercosur: La discusión del viernes

Mercosur: La discusión del viernes

Por Walter Giannoni.


El Mercosur nos parece un tema remanido y lejano. Desde hace 30 años ha servido para generar mucho ruido, bastantes cargos y pocas nueces.

Amplios sectores sociales ni siquiera saben cuál es el objetivo de tener un mercado ampliado con países próximos como Brasil, Uruguay y Paraguay. Más se les dificulta todavía entender la incorporación de socios que en realidad no son del todo socios.

El acuerdo surgió al calor del regreso de las democracias a América Latina. Nació entre seis y ocho años después del retorno de la institucionalidad en los países signatarios. El Mercosur era adicionarle un poderoso motor a la idea de desarrollo que floreció en la región por entonces. Una buena idea.

Sin embargo, con el paso de los años, adoleció de los mismos problemas que aquejaron a las democracias: inestabilidades políticas, implosiones económicas, falta de liderazgo, lo fueron corroyendo hasta dejar este cascarón oxidado por donde China fue colando su presencia comercial, como muestra el informe de Abeceb.

Hay que señalar un dato: la discusión del viernes entre los presidentes no necesariamente signará los próximos pasos del acuerdo. Puede que la sangre no llegue nunca al río porque la reunión era simplemente una celebración virtual. No existió un documento final. Las únicas notas sobre lo dicho, son las de la prensa.

Alberto expuso sin lenguaje diplomático lo que le sucede a la Argentina: podría incidir fuerte a nivel industrial una baja adicional del arancel externo común. O al menos, ese es su imaginario.

La regla actual indica que Brasil y Argentina pueden mantener hasta 100 tipos de productos en la lista de excepciones a la aplicación de ese arancel. Uruguay, 225. Paraguay, 649. Las partes pueden modificar hasta un 20% de la lista cada 6 meses.

¿Existe espacio en nuestro país para una mayor flexibilidad en medio de la aguda crisis económica a fin de complacer a Bolsonaro y Lacalle? Para Juan Manuel Garzón depende de la magnitud de la baja pretendida. También es cierto, agrega el economista del Ieral, que el tipo de cambio actual no es tan bajo y las empresas argentinas tienen  aire para resistir una mayor apertura.

Pero ya ha quedado suficientemente demostrado que la economía a veces va por carriles que la política descarta.

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