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Milei: Buenas y malas señales del gobierno

Milei: Buenas y malas señales del gobierno

Columna por Walter Giannoni.


En general, las sociedades democráticas le otorgan a los nuevos gobiernos algo así como una luna de miel antes de empezar con la mirada crítica hacia sus acciones. Está visto que hay sectores que compelidos por sus ideologías político partidarias no van por ese lado, como sucedió con los dos paros, motorizados por quienes le hacían la campaña electoral a Sergio Massa, autor de un déficit de $ 4,3 billones en el Banco Central, según se conoció la semana pasada.

Pero para que ese ciclo de paciencia inicial se produzca, quien gobierna también debe hacer lo suyo. Milei llegó a la Casa Rosada con un mandato popular claro: cambiar las políticas que hundieron al país en la pobreza y recomponer las reglas de juego que ayuden a recuperar la economía.

Ambos procesos son largos, dolorosos y sus resultados demandarán un tiempo que, sin dudas, excederá su propio mandato. Esto desafía la paciencia social por lo cual la única perspectiva posible pasa por trabajar sobre las expectativas. El regreso de los créditos hipotecarios, por ejemplo, es un indicio de la vuelta a una economía más previsible. Esos anuncios constituyeron una buena señal que recrea expectativas.

Pero lo que no puede permitirse Milei es la exposición de señales contradictorias del rumbo. Y en estos días, por cierto, ocurrieron varias, de corte político y económico. La sola sospecha de que el Gobierno va a barrer los problemas bajo la alfombra, dinamita expectativas. 

La postergación en la actualización tarifaria energética, por ejemplo, desnuda cierta improvisación respecto de los objetivos que la propia gestión se había impuesto. Es una medida de alivio social, pero una enorme contradicción para los mercados.

Igual pasa con el anuncio de que las energéticas cobrarán la electricidad producida y vendida en el inicio del año pero no cobrada con un bono, en lugar de recibir los pesos que ya están de por sí devaluados por el impacto inflacionario. ¿Cómo se convencerá a las empresas del sector para que realicen inversiones?, algo que Milei reclama.

Lo mismo sucede con la aparente vuelta atrás en el impuesto a las Ganancias. Todos los impuestos son molestos, pero en Argentina ese tributo es nítidamente más bajo que en los países vecino, inclusive con gobiernos de izquierda. Su recaudación es necesaria para cubrir los gastos del estado cuyo recorte la oposición critica. Evitar señales contradictorias es tan importante como el ataque a la inflación.

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