
Milei construyó un triunfo épico, pero también conoce su flanco débil
Columna por Walter Giannoni.
Desconozco si ocurre en algún otro país, aunque –salvo en los regímenes totalitarios– intuyo que sí: ha pasado apenas una semana desde el urnazo de Javier Milei que desplazará nada menos que al kirchnerismo del poder y la dinámica de la situación deja la impresión de que esa victoria épica fue hace ya un tiempo largo.
Primero que nada es necesario tomar la dimensión de lo ocurrido porque de lo contrario todo lo que venga después será mal analizado y conducirá a conclusiones erróneas. Milei, con el apoyo de Macri y Bullrich, derrotaron a la mayor maquinaria política que haya conocido la Argentina en esta etapa democrática.
Integrada no solamente por sus mariscales –Massa, CFK, Máximo, Kicillof, Insfran, Zamora, etcétera– sino también por un entramado abigarrado y a la vez voluminoso de organizaciones, gremios, estructuras estatales, subterráneos mafiosos, corrupción, empresariado prebendario, por citar algo. Lo ocurrido con la AFA, obligando a los clubes a apoyar a Massa, es una prueba irrefutable de ese poder vomitivo que inclusive cercenó la libertad.
Al kirchnerismo le ganó una persona cuya mayor incertidumbre a la vista no es el discurso de la motosierra y “caos” con el cual avanzó en la difícil escalera de la campaña, sino la falta absoluta de una estructura política que lo pueda sostener cuando la crisis económica muestre con nitidez que Massa y el gobierno dejan un país al borde de la hiperinflación y el estallido.
Aquél “ojalá estalle ahora”, dicho un par de semanas antes por Bullrich, que tanta polémica generó en una sociedad dominada por la literalidad, comenzó a producirse ahora con las cosas que la economía muestra por estas horas y que no hace falta explicar. Los argentinos tenemos la costumbre de atribuirle los horrores al que los denuncia y no a quien los produce.
La abrumadora diferencia de votos, compensa en algo esa falta de espalda política. Ahora Milei está en la etapa de armar su gobierno, una movida que en estos siete días generó un hervidero por los cambios respecto de los planes originales. Para fortalecer el arranque de su gobierno, debió salir a buscar funcionarios inclusive en entornos ajenos. ¿Esta mal? No. Es política.
Hasta para quien llega al poder con el discurso anticasta, una cosa es la campaña y otra diferente gobernar. En todo caso, a los resultados habrá que medirlos por si logró o no al menos estabilizar un país que hace rato tocó fondo y dejó de construir futuro.