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Riesgos inflacionarios en un mundo en crisis

Llama mucho la atención la importancia que la inmensa mayoría de los países le está otorgando a las presiones inflacionarias a pesar de que en muchos de estos –los desarrollados– su crecimiento sea bajo o casi nulo y que en otros con fuerte desarrollo, también estén con una honda preocupación al respecto.

En los países desarrollados la preocupación estriba fundamentalmente en que a una situación de alto desempleo y pérdida de confianza de los consumidores, una mayor inflación complicaría aún más la situación dejando menos ingreso disponible para gastar, bajando la propensión al consumo acentuando por ende el anémico crecimiento actual.

Para los países emergentes el objetivo de mantener bajo control los índices inflacionarios tiene que ver no sólo con el ingreso disponible de sus poblaciones, sino el evitar una apreciación adicional del tipo de cambio, a la que ya tienen de por sí como consecuencia de la mejora de sus términos de intercambio producto del mayor volumen y sobretodo mejores precios para la colocación de sus recursos naturales ya sea petróleo, minerales o productos agroalimentarios.

Esto se puede observar en economías de las más diversas, como son los casos de Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Turquía, Perú, India, China, Australia y Canadá donde estos dos últimos, ya países desarrollados, tienen en común con los anteriores que son fuertes productores agrícolas, de recursos mineros y energéticos y por lo tanto también tiene un fenómeno de apreciación cambiaria vis a vis el dólar americano.

Brasil es el que más apreciada tiene su moneda de una muestra de 54 países, remontándose esa apreciación al período anterior a la crisis, allá por el año 2006. Ese proceso de apreciación se alimenta, además de los efectos que la suba de los commodities le produce, de los ingentes ingresos de capital, tanto en inversión extranjera directa como de flujos financieros que buscan aprovechar el diferencial de tasas de interés existente entre las pagadas en ese país vis a vis los casi nulos rendimientos en Europa, Japón o Estados Unidos. Dicha entrada masiva se lleva a cabo a pesar de los impuestos que gravan los ingresos de capitales a ese país y de las masivas intervenciones del Banco Central comprando dólares para evitar una aún mayor apreciación.

La preocupación del gobierno brasileño por la inflación es manifiesta, ya que en los últimos meses ha elevado los encajes de los bancos para disminuir el crédito al sector privado, subido la tasa de referencia SELIC al 12,25 % anual y está dispuesto a tomar todas las medidas necesarios de acuerdo a lo manifestado por su Ministro de Fazenda Guido Mantega, para mantener la inflación entre el piso y techo del 4/6 % anual, inclusive disminuyendo el ritmo de crecimiento de la economía al 4 %. Todo esto porque la inflación medida en términos anuales había perforado el techo y estaba cercana al 7 %

En otro extremo del planeta, las autoridades chinas llevan adelante desde finales del año pasado un proceso progresivo de subas de tasas y de recortes de crédito – tener en cuenta que los bancos estatales chinos manejan y orientan el 96 % del crédito disponible – para evitar que la inflación sobretodo de la canasta de alimentos no supere el 6 %.

Esta preocupación general con la inflación tiene que ver con que luego de la crisis financiera del 2008/9, los precios de la materias primas recuperaron el impulso alcista y gran parte de ellos se encuentran a niveles similares o cercanos a los picos del 2008 y por lo tanto hay una presión inflacionaria elevada y además en muchos países que soportaron las consecuencias de esos precios elevados, tuvieron serios disturbios sociales y políticos que no desean que se repitan. En este sentido las revueltas de jóvenes en los países árabes, además de sus connotaciones políticas en pos de un mayor grado libertad, tenían un trasfondo de malestar en la carestía de los alimentos.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta como se decía al inicio, que los países que tienen sus monedas apreciadas con respecto al dólar, no quieren que la propia inflación interna las aprecie adicionalmente, ya que esa situación los torna menos competitivos en otros bienes y servicios no commodities de exportación.

Al mismo tiempo, dada la extremadamente compleja situación que está sufriendo la zona del euro, con cinco países en peligro de los cuales España e Italia representan 1/3 del PBI de la región y la azarosa suerte de la Administración norteamericana para la aprobación de la ampliación del “techo” de endeudamiento, lo más aconsejable es tener bajo control todas las variables económicas y por eso con la inflación no se juega dadas esas circunstancias.

Se preguntarán ¿y la Argentina? Nuestro país sigue conviviendo con elevada inflación, alto consumo y gasto, lo que está llevando a muchas firmas no exportadoras de commodities a dejar de atender mercados externos porque los números no cierran.

Si bien el tipo de cambio es atractivo para productos primarios a pesar de las retenciones, para productos elaborados incluido alimentos y bebidas, la inflación en dólares es elevada desde el 2009 a la fecha y eso sumado a un mercado interno “que tira” hace abandonar el impulso exportador.

Por otra parte, a contrario sensu de otros países emergentes, la salida de capitales permanente amortigua la apreciación, pero deja menos margen para el crecimiento de la oferta –inversiones– de ahí las necesidades crecientes de importaciones para atender una demanda sobreactivada.

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