
Sea piadoso, evite pedirles pronósticos a los economistas
Columna de Walter Giannoni.
Hasta para los analistas más avezados es muy difícil determinar qué puede ocurrir con la economía argentina después de las elecciones del próximo domingo y, sobre todo, de cara a 2022.
Desde ya que por el nivel de emisión monetaria actual, se descuenta una alta inflación núcleo de arranque que el Gobierno intenta apaciguar a los ponchazos con variados controles de precios.
Pero realmente es complicado primero que nada recopilar todos los datos que inciden sobre la economía, luego evaluarlos y por último sacar conclusiones más o menos definitivas, entre otras cuestiones porque no solo influyen los factores propios del país, sino también las cuestiones que vienen de afuera.
Para desarmar la bomba construida de 2018 hasta aquí (con un breve paréntesis sobre el final de 2019) primero que nada se requiere un acuerdo con el FMI acerca del cual el kirchnerismo juega adolescentemente en plena campaña electoral.
Luego, si esto ese acuerdo se concretara (el empresariado confía en que sí se hará) ver cómo se trabaja sobre la enorme cantidad de precios reprimidos en la economía, entre otros, los de las tarifas. Esa madeja en sí misma es un dilema de Arquímedes, más aún con salarios destruidos en dólares y prejuicios ideológicos.
Otro elemento que complica cualquier análisis es la incidencia de la pandemia en el comercio internacional. Existen en el mundo un ejército de precios reprimidos en dólares que están comenzando a ser incididos por el aumento de valores en la logística.
Ello, en una economía tan deprimida como la Argentina, todavía no aparece en toda su dimensión pero algunas empresas ya descuentan que el año próximo faltarán insumos (VW, por ejemplo) y aumentarán los precios. Es decir, en el caso de nuestro país, llovido sobre mojado.
Queda otra cuestión. La decisión de Brasil de abrir más su comercio extrazona entre otras cuestiones, también para tratar de controlar su inflación. Ese país es destino de numerosas exportaciones pero aún así Argentina acumuló un déficit importante que sólo se frenó en octubre por el cepo importador. Cualquier goteo de dólares es un drama.
En consecuencia, la tarea de los economistas para predecir lo que viene es verdaderamente difícil. Sería hasta piadoso evitar pedirles pronósticos.