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Un fallo con impacto en las dos veredas

Un fallo con impacto en las dos veredas

Columna por Walter Giannoni.


Todavía falta que corra mucha agua debajo del puente, pero la condena a Cristina Fernández de Kirchner y su impacto, tanto a nivel personal como en el corazón del kirchnerismo, colocan una bisagra en la situación reciente de la política argentina. De cumplir que no será candidata a ningún cargo en las próximas elecciones (en realidad, nada la inhabilita hasta el fin del proceso), asoma una reconfiguración fuerte de ese espacio con consecuencias también en la vereda del frente, Juntos por el Cambio.

Todo está un poco mezclado en esa promesa nerviosa y visceral que realizó tras el fallo: la sentencia en el juicio por Vialidad, la realidad socieconómica del país y las peleas internas de la coalición que gobierna.  En verdad, no puede afirmarse con plena certeza que CFK renuncie a candidatearse solo por el resultado del proceso judicial. Tampoco se puede atribuir por completo a que esa dimisión tenga como motivo la casi segura pésima performance electoral que le auguran al Frente de Todos el pulso de la calle y las encuestas.

Si bien es cierto que a este ritmo de deterioro, ese espacio podría quedar inclusive tercero en la provincia de Buenos Aires –hay distritos importantes donde hasta aparece cuarto–, sería un error hacer “chiquito” al kirchnerismo.

Este clima de fin de ciclo ya se observa con nitidez dentro de su propio espacio, donde gobernadores e intendentes empezaron hace rato a jugar sus propias fichas y calendarios alternativos de elecciones.

Finalmente, queda un margen por el cual CFK puede, ante tamaña definición, volver sobre sus pasos. Parte del “operativo clamor” podría empezar mañana mismo en un acto del Grupo de Puebla en Buenos Aires donde cada presencia (y sobre todo cada ausencia) será contabilizada como celoso inventario.

La caída de Cristina también pega en la oposición porque pierde precio la apuesta de los “halcones”. Sin un extremo, el otro también debería moderarse, entienden quienes realizan una lectura finita del momento y sus consecuencias.

Nadie tiene más poder de alineamiento de la tropa que ella. Podía cambiar un ministro de un tincazo. Con otros interlocutores, inclusive con algún peronismo renovado, no sería extraño que pudieran alcanzarse acuerdos para el año de gestión que le queda al actual mandato. Y,  por qué no, también soñar con definir algunas políticas de largo plazo que tanto necesita el país, sin necesidad de que queden escritas en ningún papel, ni en ningún pacto.

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